por admin | 8 Mar 2019 | Bibliografía
En el Día de la Mujer 2019:
María Espinosa de los Monteros
(1875-1946)
PRIMERA PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN NACIONAL DE MUJERES ESPAÑOLAS
Y DEL CONSEJO SUPREMO FEMINISTA DE ESPAÑA,
Y PRIMERA MUJER CONCEJAL DEL AYUNTAMIENTO DE SEGOVIA
Por el Dr. Marqués de la Floresta, cronista de Castilla y León
María Espinosa y Díaz vino al mundo en Estepona (Málaga) el 13 de mayo de 1875, siendo hija de don Antonio Espinosa Aguilar, comerciante, y de doña Juana Díaz Martín. Utilizó durante toda su vida los apellidos de Espinosa de los Monteros y Díaz de Santiago, que le han dado fama, a pesar de que civilmente su nombre fue el de María Espinosa Díaz. Casada en 1905 con don Antonio Torres Chacón, licenciado en Derecho (*Jerez de la Frontera, Cádiz 5 de mayo de 1873 y †Buenos Aires c.1940), el matrimonio tuvo dos hijos, Antonio (1907-1991) y Álvaro (1909-1959); pero seis años después, en 1911, se separó.
Durante sus primeros años, María se crio en su Estepona natal, hasta que su madre, habiendo enviudado, contrajo segundas nupcias y se trasladó con ella a Madrid. Recibió una educación superior a la de sus congéneres de la época, e incluso parece ser siendo jovencita viajó por Francia e Inglaterra, aprendiendo idiomas.
Fue en esos países donde observó la presencia femenina en las actividades laborales, interesándose por la introducción en España de las máquinas de escribir, intuyendo que, a través de la mecanografía naciente, la mujer podría acceder al mundo laboral y a una formación especializada. En 1898 se convirtió en directora de un establecimiento comercial recién creado en Madrid, la Casa Yost (filial de The Yost Typewriter Machine Company Limited, de Bridgeport, Connecticut), que comercializaba las máquinas de escribir de la misma marca. Así, estableció sus oficinas y su vivienda en la calle de Espoz y Mina 17. En el periódico londinense Pitman’s Phonetic Journaldel 13 de junio de 1903, entrevistó a mister Milton Bartholomew, de la casa Yost Typewriter Company, que se expresó así al referirse a la joven María: Pienso que he dispuesto en este país algo sin precedentes anteriores en el negocio de las máquinas de escribir. He designado a una señora como directora para la mayor parte de España. Ella es una dama española, y es una de las mujeres empresarias más inteligentes con las que jamás he tratado. Ella habla inglés con mucha fluidez, actualmente es directora y tendrá poderes legales de apoderada para firmar por parte de la empresa. Ella no es sólo una directora capaz, sino también una vendedora extremadamente inteligente que, cuando asiste a una competición para demostrar las ventajas de nuestra máquina, los otros competidores no desean participar. Durante más de veinte años, doña María dirigiría la empresa con gran éxito, y de su capacidad dan buenas pruebas el que el propio Rey Don Alfonso XIII tuviera una máquina Yost para su uso particular; que María cobrase un sueldo de mil pesetas mensuales, muy crecido para la época, más el 7’5% de comisión de ventas; y que, al dejar la dirección en 1921, María fuese sustituida por tres varones.
En 1910, el matrimonio y sus dos hijos residían en un hotelito de la calle de Don Eduardo 10, en la entonces villa de Vallecas (Madrid). Allí debió conocer María a la que había de ser su amiga más entrañable e inseparable: Ana Picar Rodríguez, también jerezana (1873-1953), que en aquel lugar poseía una finca. Las peculiaridades de esa amistad íntima, que el marido de María no admitió, arruinaron el matrimonio.
La decisión de separarse de su marido fue llevada a efecto por doña María en diciembre de 1910, de la manera más abrupta y hostil que pueda imaginarse –los autos judiciales llegaron hasta el Tribunal Supremo-, y no dejó de tener consecuencias notables en la trayectoria vital de nuestra biografiada. Su marido, que era empleado de la Casa Yost hasta entonces, perdió su empleo, su casa, sus ahorros y la guarda y custodia de sus hijos: entonces emigró a la Argentina, de donde nunca regresó –fundó y dirigió empresas en Buenos Aires, donde residía en 1937, y donde murió antes de 1946-. Doña María quedó al cargo de sus dos hijos, entonces muy pequeños, y retornó con su inseparable Ana –a la que simuló vender el hotelito vallecano-, al centro de Madrid, calle de Espoz y Mina 17.
Mujer de fuerte carácter, se mantuvo al frente de la Casa Yost y además promovió o se involucró en varios proyectos empresariales: así, en 1911, a poco de separarse de su marido, promovió junto a su íntima amiga Ana Picar la comercialización del Agua de Morataliz, iniciada en 1916; y por eso un año más tarde fue elegida vocal de la Asociación de Propietarios de Balnearios.
Pero la fama le vino a María Espinosa de los Monteros como activista en la lucha por los derechos civiles y políticos de las mujeres: a los 43 años de edad, el 20 de octubre de 1918 y en su propio domicilio madrileño de la calle Barquillo 4, fundó uno de las primeras entidades feministas de España, la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, redactando personalmente el programa asociativo, dirigido a mejorar la condición de la mujer y abogar por sus derechos civiles y políticos. Fue elegida presidente de la Asociación, y entre las asociadas estuvieron Consuelo González Ramos, Isabel Oyarzábal, Clara Campoamor, Elisa Soriano, María de Maeztu, Dolores Velasco, Benita Asas, Julia Peguero, Victoria Kent y la propia Ana Picar. Sus objetivos fueron lograr la igualdad de derechos de la mujer y el hombre, especialmente en lo referente al voto político, la elección de cargos, la composición de tribunales, la vida familiar, el acceso a profesiones liberales y la remuneración económica del trabajo. También abogaban a favor de la lucha contra la prostitución, la creación de escuelas para empleadas domésticas e hijos de obreras, la defensa de la lactancia o la denuncia del maltrato a la infancia.
El momento histórico era oportuno, pues justamente entonces concluía la Gran Guerra, que tanto trajo consigo para la emancipación y los derechos de la mujer. Por otra parte, doña María, en plena madurez, era una gran organizadora, que, por su feminismo moderado, contaba con simpatías y relaciones en muchos ámbitos, y en particular entre la Familia Real y entre los sectores gubernamentales, e incluso eclesiásticos –el propio Papa Benedicto XV había reclamado en 1919 el voto femenino-.
Entre sus primeras actividades asociativas, la obtención de una contrata por valor de 125.000 pesetas, con las que emplear a cincuenta de sus afiliadas más humildes en la confección de uniformes y ropa para el Ejército, con un jornal de cuatro pesetas (en lugar de las 1,75 o 2,25 pesetas que se pagaban habitualmente entonces. También promovieron la creación de la Juventud Universitaria Feminista, liderada por Maeztu, Soriano y Campoamor, con el objetivo de conectar con grupos feministas extranjeros a través de la participación en organizaciones internacionales de mujeres. Y crearon una revista mensual, Mundo Femenino, que fue órgano oficial de la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, recogiendo artículos y noticias sobre las actividades feministas; su primer número apareció el 25 de marzo de 1921 y el último se publicó en 1936.
Siendo presidenta de la Asociación doña María Espinosa de los Monteros, en 1919 se constituyó el Consejo Supremo Feminista de España, integrado por cinco asociaciones: la propia Asociación Nacional de Mujeres Españolas, la Sociedad Progresiva Femenina, la Liga Española para el Progreso de la Mujer, la Sociedad Concepción Arenal de Valencia y la Asociación La Mujer del Porvenir de Barcelona. La presidencia de este Consejo correspondió también a doña María.
El 22 de enero de 1920 dictó doña María una importante conferencia en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, titulada Influencia del feminismo en la legislación contemporánea. A la que siguió un mes más tarde, en el Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona, otra titulada La emancipación de la Mujer.
Hacia el año de 1923, María Espinosa de los Monteros renunció a sus cargos, porque pasó a residir de asiento en Segovia, ciudad en cuya Academia de Artillería comenzaron entonces sus estudios sus dos hijos. Compró una casona situada en la calle del Pozuelo 1, que rehabilitó, y en la que habitó con sus hijos y con su íntima Ana Picar. Mientras tanto, continuó con sus negocios, sobre todo inmobiliarios, logrando reunir un crecido patrimonio.
Poco más tarde, en 1926, en plena dictadura primorriverista, se convirtió en la primera mujer que fue concejal en el Ayuntamiento de Segovia. Primo de Rivera demostró un notable interés por los derechos de la mujer, promoviendo reformas legales atinentes a la protección en el trabajo, facilidades para cursar estudios universitarios, cargos en el gobierno municipal, etcétera. Fue aquella dictadura monárquica –y no en la posterior época republicana- la que concedió los primeros derechos políticos a las mujeres españolas: el Estatuto Municipal, de 1924, otorgaba el voto a las mujeres en las elecciones municipales -con algunas restricciones-, y poco más tarde reconoció el derecho al voto a todos los españoles mayores de 18 años, sin distinción de sexo. Así, en la Asamblea Nacional constituida en 1927, las mujeres lograron algunos escaños. Fue por entonces, pues, cuando las mujeres españolas se incorporaron a la vida pública plenamente: una de ellas fue doña María Espinosa de los Monteros, porque, aun siendo feminista declarada y pionera en la defensa de los derechos de las mujeres, era también una persona de orden, y por eso miembro de la Unión Patriótica, el partido civil que sostenía al dictador.
El 11 de enero de 1926, doña María Espinosa de los Monteros tomó posesión de una concejalía del Ayuntamiento de Segovia, por designación gubernativa. Durante su mandato, su principal empeño fue la creación de un Salón del Turismo y oficina en las dependencias municipales. Formó un fichero de los hoteles y alojamientos de toda España; hizo colocar placas por toda la ciudad para guiar a los visitantes; hizo imprimir 15.000 folletos divulgativos, otras 50.000 postales en color (con diez imágenes distintas), y otros 6.000 itinerarios gráficos de los monumentos segovianos; envió esos folletos y esas postales a distintas librerías y puntos de venta de toda España –sobre todo de Madrid y Barcelona-; envió 1790 paquetes de propaganda a todas y cada una de las embajadas y consulados españoles de todo el mundo, y a distintas entidades de Francia, Bélgica, Inglaterra y los Estados Unidos de América; y contrató a un empleado que, además de atender la oficina, se personaba en la estación a la llegada de cada tren para repartir folletos e informaciones. Todo este desarrollo fue no solo rápido sino modélico –hasta el punto de que los munícipes de Toledo, Granada y Sevilla pidieron información precisa a Segovia, para aplicarlo en sus ciudades-, y pone de manifiesto la inteligencia, la capacidad de trabajo y las grandes dotes organizativas de la señora de Espinosa.
También promovió como concejal algunas iniciativas; por ejemplo, las dirigidas a que Segovia diese el nombre de algunas de sus calles a Santa Teresa de Jesús y a San Juan de la Cruz (noviembre de 1926), y a que la ciudad nombrase su cronista oficial al erudito don Ildefonso Rodríguez (marzo de 1927).
Doña María hizo dimisión de su concejalía el 13 de marzo de 1928, siendo inútiles los esfuerzos del alcalde y demás concejales para retenerla en el cargo. Notemos que ya entonces había cumplido los 51 años –edad crecida para las mujeres de la época-, que se hallaba delicada de salud, padeciendo sus pulmones de bronquiectasia, y que pasaba largas temporadas fuera de Segovia.
El golpe de Estado republicano de 1931 la sorprendió, pues, ya mayor y retirada de su actividad feminista. No sabemos dónde pasó la guerra civil, pero sí que, en fecha desconocida, y a causa de su enfermedad pulmonar, doña María Espinosa de los Monteros se trasladó a vivir a Alicante, en cuyas afueras adquirió la finca El Pantanet. Allí debió acompañarla su íntima amiga Ana Picar, de la que no se separó nunca -hasta el punto de que sus familiares publicaron en el diario ABC, en 1953, una esquela mortuoria conjunta, a nombre de las dos íntimas amigas-. En El Pantanet falleció doña María el 18 de diciembre de 1946, siendo sepultados sus restos en el cementerio municipal alicantino.
En 1915 le había sido concedida por el Rey la cruz de la Orden Civil de Alfonso XII (hoy de Alfonso X el Sabio), en justa recompensa a los extraordinarios servicios prestados a la cultura femenina e infantil, así como por su gran altruismo en favor de cuanto con la enseñanza se relaciona. Y en 1927 había sido nombrada Hija Predilecta de Estepona. Más modernamente, en 1978, el Ministerio de Cultura creó el Premio María Espinosa para galardonar los mejores trabajos científicos y periodísticos que traten la situación jurídica, social, laboral y cultural de la mujer en España, así como los referidos a su integración y equiparación en la actual sociedad. Lamentablemente, este premio desapareció en 1984.
De su carácter y de su genio da buena idea una anécdota familiar que no quiero dejar de referir al lector. En la casa de mi abuelo el doctor Gila había un bonito escritorio de estilo art nouveau, en cuyo interior hallé hace muchos años una tarjeta de visita de doña María, dirigida a mi bisabuelo el doctor Segundo Gila, y en ella estaba escrito esto sobre su nombre: En recuerdo de una noche memorable. Caramba, pensé yo, qué frescura la de la señora Espinosa –de quien no había oído hablar nunca hasta entonces-. Mi madre me lo aclaró enseguida: doña María había regalado ese bonito escritorio, con la tarjeta dentro, a mi bisabuelo don Segundo, tras el trance de un parto de doña María terriblemente complicado, en el que aquel doctor Gila logró salvar las vidas de madre e hijo, y de ahí la dedicatoria y el obsequio.
Fuentes: Archivo Municipal de Segovia (Actas, Padrones documentos varios). Archivo Histórico Nacional (Fondos Contemporáneos-Tribunal Supremo 568/1596; Universidades 4805/29). Mónica Moreno Seco, “El feminismo moderado de María Espinosa de los Monteros”, en Entretejiendo saberes: Actas del IV Seminario de la Asociación Universitaria de Estudios de Mujeres (AUDEM), Sevilla 17 al 19 de octubre de 2002, vol. 1 (2003). Paloma Díaz Fernández, “La dictadura de Primo de Rivera. Una oportunidad para la mujer”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, 17 (2005), págs. 175-190 (cita en la p. 179). Laura Branciforte, “Experiencias plurales del feminismo español en el primer tercio del siglo pasado: un balance de la historiografía reciente”, Revista de Historiografía,22 (2015), págs. 235-254. Enrique Benítez Palma, “María Espinosa de los Monteros: feminista y coherente”, La tribu, 10 de marzo de 2017.
por admin | 11 Ene 2019 | Bibliografía
Es lugar común la creencia de que, en el Reino de España, todo Duque está condecorado, ipso iure, con la dignidad de la Grandeza de España. Pero es una creencia errónea, al menos en parte.
Durante toda la Edad Moderna, hubo Duques que no eran Grandes. La unión de los Duques y la Grandeza es relativamente moderna, y no puede datarse antes de las postrimerías del reinado de Doña Isabel II, pues fue en los años de 1864 cuando se reformó esta dignidad creada en 1520 -más bien fue re-creación de los Grandes de Castilla, que existieron con antelación-. En aquellos días isabelinos, las tres clases de la Grandeza -de primera, de segunda y de tercera u honoraria-, se resumieron en una sola, que es la que llega a nuestros días.
Pero, curiosamente, no existe ninguna disposición legal que una a todos los títulos ducales, dicha suprema dignidad nobiliaria. Sin embargo, el hecho cierto, o mejor dicho la situación de facto, es que en España todo Duque es Grande de España.
Si bien existe alguna excepción muy señalada: la del Ducado de Suárez, creado en el 25 de febrero de 1981 sin la sólita aneja dignidad de la Grandeza de España. Y así también se ha producido la única sucesión que en ese título se ha dado hasta hoy, en 2014. Si nos tomamos la molestia de consultar las páginas del Boletín Oficial del Estado del dia 28 de febrero de 1981, en que aparece el real decreto de creación, notaremos que no solamente no se menciona ninguna Grandeza, sino que el ducado se denomina literalmente título del Reino, a secas. Y en la misma publicación del 3 de diciembre de 2014, en que aparece la sucesión en dicha merced a favor de la nieta del concesionario, se reitera la omisión: la orden ministerial del 18 de noviembre de ese año habla de título, y nada de una Grandeza.
Por eso es un error muy generalizado que la mayor parte de los artistas heráldicos que han reproducido las armerías ducales, las hayan plazado sobre el mando de Grande y hayan incluido el bonete en la corona ducal, pues esas insignias son anejas a la dignidad de Grande, que este Ducado no ostenta.
Concluyamos: este hecho, esta excepción, no deja de ser una anomalía bien llamativa, máxime si consideramos la gran relevancia histórica del concesionario.
No es la única rareza. Es conocida la grave irregularidad que se cometió a la hora de rehabilitar en 1983 el título napolitano de Duque de la Palata, creado en 1646 sin la dignidad de la Grandeza de España -porque entonces no se concebía que fuese aneja a ningún título nobiliario, ni siquiera el ducal-. Y así, ni el concesionario ni ninguno de sus sucesores la ostentaron, ni siquiera de la clase de honoraria. Y, sin embargo, el real decreto de 15 de julio de 1986 por el que se rehabilitó esta merced, publicado en el Boletín Oficial del Estado del 30 de octubre de aquel año, sí que menciona expresamente la Grandeza de España, que por lo visto se le anejó a la galana. Y que también figura en la orden ministerial de 22 de febrero de 1989, aparecida en el Boletín Oficial del Estado del 8 de marzo siguiente, otorgando la sucesión al hijo de la rehabilitante de 1986.
El hecho es sorprendente, porque ni se podía ni se puede rehabilitar sino una merced honorífica preexistente, pero no una dignidad que jamás había existido.
Una decisión administrativa no solamente irregular en términos históricos y jurídicos, sino manifiestamente ilegal, toda vez que, en esa decisión administrativa de 1986, nos hallamos evidentemente ante el intento de creación de una nueva Grandeza de España -y no de una rehabilitación de una Grandeza antiguamente otorgada-. Y resulta que para crear una nueva merced nobiliaria era y es imprescindible, a tenor de la legislación vigente entonces y ahora -el real decreto de 27 de mayo de 1912, en su artículo 2º-, que se haga por real decreto suscrito por el Rey y por el Ministro de Justicia–como se ha venido haciendo, desde 1978 hasta hoy, con todas y cada una de las creaciones de nuevas Grandezas y Títulos-. Además, en ciertos casos, la ley exige que se hagacon acuerdo del Consejo de Ministros. Unos requisitos y trámites que nunca se exigieron ni siguieron en el caso Palataque nos ocupa.
Por lo que no es aventurado sostener y denunciar, y así lo hacemos nosotros, que esa supuesta creación de la Grandeza aneja al Ducado de la Palata, datada en 1986, es ilegal por faltar el real decreto que la sustente, y manifiestamente nula de pleno derecho.
Sirvan estas breves consideraciones para hacer evidente el hecho de que en España no todos los Duques son Grandes de España de manera automática, sino que existen excepciones, y también irregularidades.
por admin | 7 Nov 2018 | Bibliografía
En Roma ha tenido lugar el recibimiento de SS.AA.II. los Príncipes de Etiopía como maestrantes y protectores de la Maestranza de Caballería de Castilla. El acto se celebró en los espléndidos salones del Circolo degli Scacchidespués de un grato almuerzo, representando en esta ocasión al Diputado Decano Vizconde de Ayala, el doctor don Fabio Cassani Pironti, Conde de Giraldeli, delegado de la Maestranza en Italia. Asistieron al acto, tan sencillo como solemne, los caballeros maestrantes Príncipe Carlo Massimo, el Marqués Giuseppe Ferrajoli, el Príncipe Guglielmo Giovanelli Marconi, el nob. don Antonino Lazzarino de Lorenzo y el caballero Philip Bon, ayudante de campo de la Casa Imperial. El Príncipe Ermias (Addis Abeba, 1960), nieto del negus Haile Selassie, último Emperador de Etiopía es el presidente del Consejo de la Corona de Etopía en el exilio, y de la Haile Selassie Foundation for Ethipia’s Children, y está dedicado a la promoción social, cultural y humanitaria del país, que visita con frecuencia.
por admin | 7 Sep 2017 | Bibliografía
El Director de la
ACADEMIA ANDALUZA DE LA HISTORIA
tiene el gusto de invitarle a la presentación del libro
LINAJES NOBLES DE ANTEQUERA
de D. Andrés Mantilla de los Ríos y Vergara
que harán el Duque de Tovar y el Marqués de la Floresta
acto que tendrá lugar en el salón de actos del
Centro Cultural de los Ejércitos
(Gran Vía, 13)
el lunes 25 de septiembre de 2017, a las 19’30 horas
y le ruega su apreciada asistencia.
por admin | 2 Abr 2016 | Bibliografía
El sumario de asuntos y textos de este número 65 de los Cuadernos de Ayala es este que sigue:
Editorial: Una novedad legislativa en materia nobiliaria, y otro intento más de acabar con ella
Novedades, cursos y encuentros
In memoriam: Don Conrado García de la Pedrosa y Campoy, bibliófilo, académico y mecenas (1931-2016), por el Dr. Vizconde de Ayala
Fastos del Bicentenario de la Real y Americana Orden de Isabel la Católica, por D. Manuel Mª Rodríguez de Maribona y Dávila
I principi falsi e l’ignoranza vera, por el Barón D. Carmelo Currò
La supuesta Carta de privilegio y confirmación de los Reyes Católicos, supuestamente dada en 1491 al linaje de Tejada: algunas “incógnitas interesantes”, por D. Luis Pinillos Lafuente
El primer poseedor de un ex-libris en la Península Ibérica: el canónigo barcelonés Francisco Tarafa (y alguna reflexión crítica sobre el primer ex-libris portugués), por el Dr. Marqués de la Floresta
El retrato del general Arderíus en el Archivo Histórico Nacional, por el Dr. Marqués de la Floresta
Revista de libros
Revista de revistas
De gentes de bien
Versos de historia y tiempo: Canto a la Bandera, por Sinesio Delgado.
por admin | 8 Mar 2016 | Bibliografía
In memoriam
DON CONRADO GARCÍA DE LA PEDROSA Y CAMPOY
ACADÉMICO, BIBLIÓFILO Y MECENAS
(1931-2016)
Nacido en Santander, en la calle de Juan de Herrera 4, el 14 de marzo de 1931, en el seno de una familia de antiguos hidalgos radicada en el valle de Iguña: su padre era propietario rural y tenía un acreditado depósito y criadero de yeguas de raza. La familia pasó por graves dificultades durante la primera etapa de la guerra civil, refugiada en su casona familiar de Molledo, hasta que la entrada de las tropas nacionales aseguró el territorio montañés. Después, ya en la posguerra, Pedrosa siguió regularmente sus estudios de bachillerato en Santander, en el Instituto de Enseñanza Media y en el Colegio de los Padres Calasancios.
En 1953, Radio Nacional de España convocó una oposición para obtener plaza de locutor: la ganó García de la Pedrosa, todavía menor de edad, y con este motivo se trasladó a Madrid. En Radio Nacional de España transcurriría su distinguida carrera profesional como periodista, y en la entidad ascendió sucesivamente a locutor de primera, a redactor y a redactor jefe, hasta desempeñar el puesto de editor de los Diarios Hablados. Simultáneamente, creó una emisión de temas de heráldica y genealogía para Europa y América, a través de Radio Exterior de España, programa que alcanzó una enorme difusión y fue muy escuchada y muy seguida. Prejubilado el 6 de febrero de 1986 -en el mismo día en que los terroristas vascos asesinaron al vicealmirante Duque de Veragua-, alcanzó la jubilación definitiva en 1992, y desde entonces se dedicó plenamente a la investigación.
La verdadera vocación de Pedrosa ha sido la cultural, y en especial la bibliofilia. Fue autor de varias obras de mérito, como su extenso Diccionario de apellidos y escudos de Cantabria (2001), o Las Reales Órdenes Militar y Naval de María Cristina. La Cruz de Guerra (2005), y de numerosos artículos y colaboraciones en revistas especializadas, como la revista Hidalguía, los Anales de la Real Academia Matritense, los Annales du Cinquantenaire, los Cuadernos de Ayala o la revista Altamira. Reunió a lo largo de su vida una célebre biblioteca especializada en Historia -historia nobiliaria y genealógica, emblemática y heráldica- que cuenta con más de 15.000 volúmenes, depositados en dos casas de su propiedad. Y su dedicación al mecenazgo cultural ha sido siempre tan generosa como notable.
No menos notable es su colección de arte, orientada a los clásicos y al retrato, que cuenta con obras de Goya y otros artistas de fama. En su rica colección de curiosidades se encuentran numerosos objetos que pertenecieron a la Familia Real, como el sello de Luis Felipe, Rey de los Franceses, o el bastón de campaña de Don Alfonso Carlos de Borbón, último monarca carlista.
Estos méritos le llevaron a ser elegido miembro del Centro de Estudios Montañeses (Institución Cultural de Cantabria) desde 1950 -cuando contaba apenas dieciocho años-, numerario de la Académie Belgo-Espagnole d’Histoire, del Instituto Internacional de Genealogía y Heráldica, de la Sociedad de Estudios Internacionales (de la que ha sido profesor), de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía (de la que ha sido vicedirector y actualmente era académico decano), del Colegio Heráldico de España y de las Indias, de la Federación Española de Genealogía y Heráldica, de la Academia Melitense, y de la Académie Internationale d’Héraldique. Ha sido también vocal del Real Patronato de la Biblioteca Nacional (designado como uno de los tres representantes de la Casa de S.M. el Rey, junto al Nobel Camilo José Cela y al académico Martín de Riquer). Y ha merecido el Premio Marqués de la Ensenada 1964 y 1967, y el Premio Flandes 1999.
Condecorado con las encomiendas de las Órdenes de Isabel la Católica y de Beneficencia, y con la insignia de la Orden francesa de las Palmas Académicas, pertenecía al Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid, a la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, a la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén, a la Maestranza de Caballería de Castilla, a la Real Asociación Hidalgos de España -en la cual ha sido vocal del Patronato de Publicaciones «Manuel de Aranegui»- y a la Real Hermandad de Infanzones de Illescas, y fue comendador perpetuo del Capítulo Noble de la Orden de la Merced.
Contrajo matrimonio don Conrado García de la Pedrosa en el verano de 1971, en el Santuario de Nuestra Señora de la Caridad de la villa de Illescas, con doña Gloria de Murga y de Maltrana, de ilustres familias norteñas, de cuya unión no ha habido prole. Desgraciadamente, el pasado 23 de octubre de 2014, don Conrado había quedado viudo, y esta pérdida fue la causa de un gran decaimiento de su ánimo. Y así ha muerto de improviso en Madrid en la mañana del domingo 14 de febrero de 2016, siendo sepultados sus restos mortales en la capilla familiar de la catedral de Santa María de la Almudena.
Dios nuestro señor acoja el alma de don Conrado García de la Pedrosa y Campoy, Díaz de Cueto y de Marichalar, que a más de excelente amigo de sus amigos fue un prócer montañés que, como verdadero señor siempre, supo dar a la sociedad española en general, mucho más de lo que de ellas había recibido.
Dr. Marqués de la Floresta
por admin | 17 Mar 2015 | Bibliografía
Cuadernos de Ayala, en su número 60, presenta el contenido que sigue:
Editorial: La Real y Militar Orden de San Hermenegildo y el Ejército del Aire: dos felices aniversarios
Novedades, cursos y encuentros
Bicentenario de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo: noticia de la creación de sus insignias y colores
Las últimas condecoraciones imperiales rusas otorgadas por el Zar Nicolás II a súbditos españoles
Notas para la historia del sistema premial de la Aviación española (en el 75º aniversario del Ejército del Aire)
In memoriam: Francisco Antonio de Simas Alves de Azevedo
Revista de libros
Revista de revistas
De gentes de bien
Versos de historia y tiempo: poesía popular necrológica en Castilla. Humor (galo y vanistorio).
por admin | 17 Abr 2014 | Bibliografía
Por José María de Montells
Se publica ahora mi nuevo libro Todos los cuentos infames, que es una antología de relatos ya editados y/o algunos inéditos. Una selección de mis cuentos más desalmados, que por influencia del recientemente fallecido Medardo Fraile me he decidido a publicar. Berta, mi hija, me ha dibujado la portada que me parece de lo más expresivo, muy en consonancia con el título. La publicación, de la que estoy muy satisfecho, se debe a la Editorial Bendita María, en su colección Fábula, que ya editó hace relativamente poco tiempo mi Diccionario del Diablo.
Tengo la impresión que este trabajo es de algún modo complementario del Diccionario porque hay en todo él, una presencia inexplicable, que solo puede tener un origen oscuro, quizá maligno. Un amigo bienintencionado me dice que le recuerda a Lovecraft. Si así fuera, que no estoy muy seguro, sería un Lovecraft muy de andar por casa, porque los relatos, casi todos ellos, se sitúan en España, se refieren a asuntos locales, con personajes que he conocido y que nada tienen que ver con los dioses primigenios o con Cthulhu. En mi libro, el mal es Satán, no un demonio impreciso.
Hay, desde luego, mucha imaginación, mucho delirio ensoñado. Siempre he pensado que la imaginación es el arma más poderosa que nos ha legado Dios. Así que si alguien piensa que en mis relatos hay algo de realidad, lo niego tajantemente, son pura ficción, aunque naturalmente también haya mucho de verdad. O sea que en este libro hay memoria e invención a partes iguales. Uno escribe siempre de lo que ha vivido o ha soñado, tamizado por la tela de araña que teje el tiempo. Por haber, hay también heráldica. Unos relatos que son en parte, autobiográficos y en parte, fingidos. Por explicar esta dualidad, escribí en la introducción:
Me di cuenta entonces que en mis ficciones hay siempre una presencia oscura, infame, quizá diabólica, que me había pasado desapercibida. O tal vez que escribo siempre el mismo cuento. Así que, siguiendo el consejo de Medardo Fraile he reunido en este volumen algunos relatos que me malicio tienen en común su carácter sombrío, la intervención de algo o de alguien ajeno a los protagonistas, que finalmente adquiere una dimensión fundamental. Si se leen de seguido se llega a la conclusión de que el mundo es un pañuelo o mejor que el mundo cabe en un pañuelo.
Es, quizá, mi libro más intenso y por eso, menos meditado. Todos los cuentos que aquí se han reunido tienen algo en común, son parte de una misma historia, una novela que no he escrito y que, sin embargo, conforma una narración que puede leerse de una vez. Talmente como una novela. Añadir tan sólo que para ser honesto me gustaría que estos cuentos se leyesen y mucho. Al placer de leerlos, unirían a sus sueños un cierto desasosiego.
por admin | 13 Mar 2014 | Bibliografía
por admin | 18 Ene 2014 | Bibliografía
José Eloy Hortal Muñoz: LAS GUARDAS REALES DE LOS AUSTRIAS HISPANOS, Madrid, Polifemo, 2013, pp. 624+CD, ISBN: 978-84-96813-80-9, Colección “La Corte en Europa”, 10.
Hasta hace pocos años, el estudio de las Casas de los monarcas modernos europeos había permanecido en un olvido casi total. Sin embargo, con el auge de los estudios sobre la Corte que actualmente se están llevando a cabo, se está procediendo a situar las Casas Reales y sus miembros en el nuclear papel que tuvieron durante la configuración de las monarquías de los siglos XV-XVIII. Éste libro se centra en una de las principales secciones de la Casa de los Austrias hispanos, las Guardas Reales, constituyendo el primer ejemplo a nivel europeo de un estudio tan exhaustivo de una de las secciones de la Casa Real durante un periodo tan prolongado, en concreto desde finales del siglo XV hasta el advenimiento de los Borbones.
Como es sabido, el origen de la moderna Guardia Real española ha de buscarse en la turbulenta Castilla del siglo XV, y más precisamente en el dia 14 de julio de 1428, cuando se produce el golpe de estado que ha dado en llamarse Atraco de Tordesillas, que consistió en la entrada de gente armada en el palacio del Rey, al mando del Infante Don Enrique de Aragón su primo, irrumpiendo ruidosamente en la propia cámara regia. Luego de aquel episodio se creó o renovó la figura del guarda mayor del Rey, el primero de los cuales fue Juan de Merlo, un caballero de origen lusitano que alcanzó justa fama como justador y como guerrero. De pocos años más tarde data la Guarda Morisca, compuesta por renegados granadinos, que ha sido recientemente estudiada por Ana Echevarría. Pero los celebérrimos alabarderos fueron creados por el Rey Don Fernando el Católico en 1504. Las Guardas Reales españolas de los siglos XVI al XVIII, estaban compuestas por tres compañías de alabarderos (la Guardia Española o Guardia Amarilla establecida en 1504, con otra compañía de veteranos o Guardia Amarilla Vieja, y la Guardia Alemana o Guardia Tudesca o Blanca establecida en 1519), más dos trozos de a caballo: uno de estradiotes llegados de Italia en 1507 e integrados en la Guardia Española, llamado Guardia de la Lancilla, y el otro traido de Flandes por Don Felipe el Hermoso en 1502, los Archeros de la Cuchilla, compuesto de nobles que a pie o a caballlo eran la guardia de la propia persona del monarca. Ya en los días de Don Carlos II se crearía el Regimiento de la Coronelía de la Guardia del Rey o Guardia de la Chamberga.
Gracias a esta obra y al estudio que realiza sobre las Guardas Reales, podemos observar cómo se fue modificando la propia estructura de la Monarquía Universal hispana desde sus inicios de esplendor hasta su periodo de decadencia. El presente libro estudia en profundidad el citado proceso, así cómo la extracción social de los guardas a lo largo de esos dos siglos -para lo cual se apoya en las biografías de los más de 5.000 guardas que compusieron las unidades durante los reinados Austrias-, la especial jurisdicción de las mismas y su papel en la Etiqueta palatina, estudios basados en una exhaustiva recopilación de textos relativos a ambas cuestiones. Finalmente, se incluye un estudio bibliográfico sobre las principales guardas existentes desde la Antigüedad, así cómo de las unidades de guarda de otras potencias de la Edad Moderna, acompañado de la correspondiente bibliografía.
Incluye una útil herramienta en el CD que acompaña el libro, pues en él podemos encontrar una “Relación de guardas según la compañía y por secciones”, una “Relación alfabética y biográfica de los guardas”, con las biografías de esos más de 5.000 guardas (con un programa que permite su búsqueda desde diversos campos), unas tablas sobre la “Evolución del número de integrantes de las guardas” y una colección de “Documentos relativos al ordenamiento institucional de las guardas palatino-personales”.
Un texto imprescindible para el erudito y para el amateur, que merece todos nuestros plácemes.
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