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Bicentenario de la Excma. Diputación y Consejo de La Grandeza de España

Bicentenario de la Excma. Diputación y Consejo de La Grandeza de España

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En mayo de 1815 se reunía por vez primera la Junta de Grandes que, bajo la decidida protección del Rey Don Fernando VII, en octubre de aquel año pasó a denominarse Excelentísima Diputación Permanente y Consejo de la Grandeza de España. Acaban de cumplirse, pues, los primeros doscientos años de su fructífera existencia.

A esta bicentenaria y rica historia institucional, dedicamos íntegramente un número de estos mismos Cuadernos de Ayala, el 33 (enero-marzo 2008), descargable en PDF desde nuestra página web. Allí hallará el lector interesado un completo resumen histórico de la Corporación, el elenco de las Grandezas concedidas y reconocidas desde 1520, y el repertorio prosopográfico de todos sus decanos y presidentes.

Regulada actualmente por la vigente orden del Ministerio de Justicia de 8 de octubre 1999, la Diputación de la Grandeza de España es un organismo consultivo del Estado, y a la vez viene desarrollando una interesante actividad cultural.

La Diputación de la Grandeza ha sido durante estos doscientos años, y lo es en la actualidad, la verdadera y genuina Corporación de la Nobleza histórica española, como la más principal de las únicas siete instituciones nobiliarias que gozan de un reconocimiento oficial por parte del Estado -el Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid, y las cinco Reales Maestranzas de Caballería de Sevilla, Granada, Valencia, Ronda y Zaragoza-.

Es importante no olvidarlo, ya que en estos tiempos de confusión proliferan mucho las entidades privadas de carácter para-nobiliario e incluso pseudo-nobiliario, cuyos asociados o cofrades pretenden con descaro -y a veces hasta con jactancia- arrogarse una condición legal nobiliaria de la que desde luego carecen completamente -aunque puedan ser, y lo son muchos de ellos, descendientes de nobles verdaderos-.

Es por tal carácter oficial por lo que Su Majestad el Rey Se ha dignado recibir en solemne audiencia a todos los Grandes de España y Títulos del Reino que la conforman; el acto ha tenido lugar en el Palacio Real de El Pardo, en la mañana del 16 de junio de 2015. Aún más: Su Majestad se ha dignado además dirigir a todos unas palabras cargadas de intención y de significado, para que quien quiera oír, oiga, y para que quien quiera entender, entienda. El Rey confirma la secular vinculación de la Nobleza histórica española con la Corona, pero a Grandes y Títulos nos exige un esfuerzo mayor que el de los demás ciudadanos: Nobleza obliga!

Por su relevancia, este número de Cuadernos de Ayala las reproduce fielmente, seguidas -trastocando su orden cronológico-, con el discurso que en nombre de la Corporación dirigió a los Reyes su actual Decano el Duque de Híjar.

El bicentenario de la institución se ha celebrado dignamente con varios actos de los que daremos cumplida noticia; además, se ha tenido el acierto de crear una insignia de la Corporación, para el uso de los Grandes y Títulos.

La Diputación de la Grandeza desempeña un papel muy relevante, no solo en cuanto se refiere a la alta representación que ostenta, no solo en cuanto es depositaria de los valores y la tradición nobiliaria, sino también en cuanto se refiere a la dirección de los asuntos nobiliarios, Y lo hace con prudencia y con solvencia, habiendo merecido siempre un gran respeto, tanto por parte de la mayoría de los Grandes y Títulos, como del conjunto de la sociedad española.

Quiera Dios que la existencia de la ya venerable y respetable Diputación y Consejo de la Grandeza de España perdure durante otros tantos años como los que han pasado desde su establecimiento, para bien de España y de su Nobleza histórica.

El Vizconde de Ayala y Marqués de la Floresta

LOS VALORES DE LA MONARQUÍA ESPAÑOLA

LOS VALORES DE LA MONARQUÍA ESPAÑOLA

Estandarte Felipe VI def

 

Sorprende mucho la completa ausencia, hoy en día, de todo debate sobre la forma monárquica del Estado. Quiero decir de debate serio y constructivo, porque no puede llamarse debate a la constante campaña de ataques que, con bajísimo perfil de racionalidad y desde partidos de un sectarismo político  notorio, viene sufriendo durante los últimos años la Corona. Y es que quizá hablar hoy sobre los valores de la Monarquía, en los albores del tercer milenio, es decir supuestamente en plena era del progreso y de la notable ausencia de principios políticos -aparte los espirituales y morales, materia siempre discutible-, pudiera parecer un ejercicio vano de vetustas teorías políticas o histórico-jurídicas.

Sin embargo, si prescindimos de otras teorías políticas aparentemente más en boga -pero tan vetustas o más que las monárquicas-, como lo son las republicanas, tanto de raíz liberal como de raíz marxista, y nos atenemos a la realidad, esta nos muestra de un modo palmario que la Monarquía española es un régimen en pleno vigor, y la Corona una institución política viva que goza del respeto y de la adhesión de una gran mayoría -aunque sea silenciosa- de los ciudadanos españoles.

Sólo por ello su estudio no solamente no será vano, sino más bien muy necesario, tanto en términos de politología como en términos histórico-jurídicos, y siempre desde el punto de vista de la actualidad española -no voy a entrar en lo que fue o significó la Monarquía ni en otras épocas de nuestra historia ni en otros países: doy por supuesto que el público conoce esas realidades-.

LA TRATADÍSTICA MONÁRQUICA

Un somero examen de la tratadística monárquica, nos muestra que en la actualidad apenas se han dedicado estudios a la Monarquía española como régimen, sistema o institución. No existe un debate serio sobre ella, aunque sí que han aparecido con frecuencia  numerosos trabajos sobre la Persona que actualmente la encarna, es decir sobre S.M. el Rey Don Juan Carlos, cuyos cuarenta años en el Trono hemos de celebrar en menos de dos años. Es cierto: durante el último cuarto de siglo han aparecido numerosas biografías del Monarca, de la Real Familia, y muchas glosas y comentarios de su actuación política durante su ya largo reinado; pero apenas unas pocas páginas dedicadas a la Institución, a sus fundamentos teóricos y a su funcionamiento constitucional; luego me referiré a ellos por menor.

No siempre fue así: tanto en los días de la baja Edad Media, como en los de la Monarquía Universal Hispánica regida por la Casa de Austria, como también en los dos primeros siglos del reinado de la Casa de Borbón, los tratados sobre la teoría y los principios monárquicos fueron numerosos y de un gran interés en el plano del estudio de las ideas políticas y de las instituciones jurídicas en que aquellas se reflejaban. En los días de los Reyes Católicos escribía su tratado sobre aquella monarquía el clérigo Antonio de Villalpando. Pocos decenios más tarde escribirán sus tratados Francisco de Vitoria (De Indis, 1539), sus discípulos Martín de Azpilicueta (en 1528) y Diego de Covarrubias y Leyva (Opera Omnia, 1558); Domingo de Soto (De iustitiae et de iure, 1557), Alfonso de Castro, Luis de Molina, el P. Francisco Suárez (Tractatus de legibus ac Deo legislatore, 1612), Sebastián Fox Morcillo (De natura Philosophiae, 1554), o Benito Arias Montano (1527-1598). Pero quizá el más clásico de los tratados sobre este régimen político, vinculado estrechamente a la firme defensa del catolicismo, sea el del padre Juan de Mariana, publicado en Toledo en 1599 y dedicado al Rey Don Felipe III bajo el título De Rege et regis institutione (traducido como Del Rey y de la Institución Real). La obra de Mariana, en la que se criticaba la corrupción de los ministros regios y se justificaba el tiranicidio, resultó muy polémica, hasta el punto de que sería encausado por ella, siendo condenada su doctrina por la Sorbona y el Parlamento de París. También es de recordar, para el estudio de la teoría monárquica en aquellos días de la Casa de Austria, algún escrito de Baltasar Gracián, como por ejemplo cuanto afirma en su obra El Político Don Fernando el Católico: en la monarquía de España, donde las Provincias son muchas, las naciones diferentes, las lenguas varias, las inclinaciones opuestas, los climas encontrados, assí como es menester gran capacidad para conservar, assí mucha para unir.

Los teóricos españoles, aunque reconocían el origen divino del poder regio, no justificaban el absolutismo, sino que reconocían la importancia política de la representación popular: ya en 1528, Azpilicueta afirmaba que el reino no es del Rey, sino de la comunidad. La Monarquía española jamás fue considerada como un fin en sí misma, sino que siempre se consideró como el mejor medio, el más idóneo, para el gobierno temporal del pueblo cristiano.

La llegada de los Borbones al trono español impuso aquí las tesis absolutistas de Jean Bodin (1530-1596), cuyos principios basados en el origen divino de la realeza estaban ya plenamente arraigadas en la Monarquía francesa de Luis XIV. La lucha entre ambas concepciones del poder monárquico, la hispana y la foránea, va a impregnar todo nuestro siglo XIX.

Pero en el último medio siglo, como decía, apenas han aparecido textos ni tratados sobre el principio esencial de la Monarquía, sobre sus valores políticos. Y, curiosamente,  aparecieron con mayor asiduidad durante el régimen del General Franco, es decir glosando un sistema monárquico que después no llegaría a existir: así, los estudios de Luis Díez del Corral (seguidor de Von Stein en esta materia), del letrado Carlos Puyuelo Salinas (La Monarquía y la República, 1967), o de Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón (El principio monárquico, Madrid, 1972).

Ya en el trono Don Juan Carlos, los estudios sobre el tema monárquico se han dirigido, insisto de nuevo en ello, más hacia su Persona y acción política personal, que hacia los principios teóricos del régimen. Sólo en los últimos años inmediatos, notamos un creciente interés hacia el estudio del sistema y de sus valores jurídico-políticos; aunque casi siempre desde un punto de vista mecanicista o positivista, es decir constitucionalista: así, por ejemplo, los artículos producidos por el grupo de constitucionalistas que encabeza el catedrático Torres del Moral en la UNED; los del letrado de las Cortes don Manuel Fernández-Fontecha Torres (De nuevo sobre la posición constitucional del Rey, 1995); o las Jornadas Parlamentarias que se celebraron hace poco en el Congreso para debatir sobre el Título II de la Constitución.

Pero, dejando aparte esos estudios de orientación exclusivamente positivista, apenas encontramos en la bibliografía actual algunos trabajos sobre otros aspectos de la institución monárquica, tan importantes o más que los que se evidencian en nuestra Constitución. Me refiero, por ejemplo, a los poco conocidos estudios de Julián Marías (El Reino de España al cabo de veinte años, 1995); y de don Sabino Fernández-Campo, Conde de Latores, sobre La función real en España (Madrid, 1996). También a los numerosos y acertados artículos de don Luis María Anson y a las conferencias impartidas por el letrado madrileño don Carlos María Texidor Nachón. De todos ellos podemos extraer una información preciosa al efecto que nos ocupa aquí.

Los positivistas a que antes he hecho breve referencia nos ofrecen una visión limitada y parcial de la realidad monárquica: ello es así porque creen que todo lo que atañe y define nuestra Monarquía está contenido en el Título II de la Constitución. Yo, como Marías, Latores, Texidor y Anson, no lo creo así: la Monarquía española es una institución de hondas raíces históricas que, sin duda alguna, preexiste a la vigente Constitución de 1978: la Corona preexiste a la actual norma jurídica suprema, y por eso le son de aplicación sus propias normas históricas -a veces fundadas en usos y costumbres muy aceptadas-, que son previas al acuerdo constitucional. Acertaba Guillermo Gortázar (La Corona en la Historia de España, 1995) al afirmar, que las interpretaciones coyunturalistas o personalistas de la Monarquía española, desde 1978, ignoran el dato fundamental del papel histórico de la Corona a lo largo de los siglos: el de hacer visible y representar la constitución histórica de España.

Por otra parte, la Constitución de 1978 no recogió, porque no podía hacerlo, sino las grandes líneas jurídicas que rigen la posición y la acción política de la Corona. Todos los demás principios y usos de nuestra Monarquía secular han quedado en una situación indefinida, para permitir así tanto al Rey como a los políticos, una mayor libertad de acción. Y esa situación constitucional ha quedado indefinida; deliberadamente, en mi opinión: si siempre es fácil definir los poderes de un monarca absoluto, quizá no lo es tanto hacerlo con los de un monarca constitucional. Yo no he de entrar a considerar si esta actitud política ha sido o no la acertada, me limito a señalar la realidad de los hechos, cuando en estos días se está replanteando esta delicada  cuestión.

Quiero decir con todo lo anterior, que la Corona es una institución metajurídica, o sea que excede a lo puramente jurídico, y que por ello su realidad política y su influencia social son mucho más amplias y mucho más notables que el papel que expresamente le otorga la Constitución de 1978. Y ello es así, entre otras razones, pero sobre todo, precisamente por su larga tradición histórica, que arranca en España desde el siglo VII al menos. Es el pueblo el que impone y exige esa relación irracional -no positivista- que mantiene con sus Reyes.

Por eso mismo, todo estudio que pretenda aproximarse a la Institución, y lo haga desde un punto de vista estrictamente positivista o más bien constitucionalista, resultará en gran medida fallido: no creo que sea posible definir ni estudiar nuestro sistema monárquico sin un profundo conocimiento de su rico pasado histórico, ni de su especialísima relación directa con la ciudadanía -aspectos ambos que no se contienen en el Título II de la Constitución-.

LOS VALORES POLÍTICOS DE LA MONARQUÍA

Pero pasaré ya a una breve glosa de los valores políticos de la actual  Monarquía española, que es mi objeto principal. Y porque esa glosa ha de ser breve, la haré de una manera meramente enumerativa, sin entrar a desarrollar los muchos aspectos que cada uno de esos valores políticos encierra, ni a verificarlos con ejemplos que creo son de todos conocidos.

En primer lugar, un valor monárquico unánimemente reconocido es que el Rey no es solamente un mero Jefe del Estado -tal es en los regímenes republicanos-, sino mucho más: la Persona en la que se encarna la Nación entera, el símbolo vivo de su ser y de su historia, como reconoce el artículo 56 de la Constitución. De ahí su prestigio, su influencia social, que se manifiesta de modo tan evidente en las gentes con ocasión de las visitas y de los viajes regios por el territorio español. La relación afectiva y sentimental del pueblo con sus Reyes es, en sí misma, un valor político notabilísimo, que a veces se ha denominado con mayor o menor acierto, la mística monárquica, que obedece quizá al deseo inconsciente de protección paternal que descubre el aspecto infantil que en toda persona subyace. Y también el deseo de sentirse acogido solidariamente, de formar parte de una colectividad cuya referencia constante es, precisamente, el Rey. Es por eso que con mucha frecuencia ciudadanos en apuros, que no han encontrado auxilio en los Tribunales ni en las ventanillas de la Administración, acuden al Rey; sabiendo casi siempre que poco puede hacer el monarca por ellos, pero deseando que al menos Él conozca sus pesares.

En segundo lugar, y como se deduce del valor anteriormente expuesto, resulta que el Rey de España lo es de todos los españoles sin distinción de partidos, credos ni clases sociales. Y este es sin duda, también, uno de los valores políticos fundamentales del régimen monárquico, porque en el republicano todo presidente electo, por muy ecuánime que sea en el desempeño de su magistratura, tiene el vicio original de haberla ganado dentro de un partido -el que le propuso y presentó a las elecciones-. Todos los Reyes de España, desde la célebre Carta a los españoles (1874) que suscribió Alfonso XII -conocida como Manifiesto de Sandhurst, claramente inspirado por Cánovas-, han proclamado este principio, y lo han aplicado durante sus respectivos reinados, incluido el actual monarca, que en su investidura se declaró Rey de todos los españoles, sin distinciones ni privilegios. Así, el ciudadano no tiene en el Rey a un hombre de partido, sino a una figura imparcial y apartidista, que es patrimonio común de todos y de ninguno. Y no esta actitud no dimana en manera alguna un principio más o menos teórico, más o menos abstracto, sino una realidad cotidiana: en el actual Rey han hallado acogida todos los hombres de España, de cualquier procedencia social o política, hasta el punto de haber logrado la reconciliación de todos los españoles después de la Guerra Civil y del régimen franquista. La Corona ha acertado en ser igual para todos, constantemente.

En tercer lugar, la Monarquía nos ofrece una continuidad histórica, y sobre todo política, que no solo evita las soluciones de continuidad en la Jefatura del Estado y lo que ellas conllevan, sino que dota a su alta magistratura de unos conocimientos y de una información que en materia política trascienden al gobierno de turno, siempre coyuntural y transitivo. Es más, como ya advertía el general Fernández-Campo, esa preparación regia va a facilitar la estabilidad política, porque va a permitir la anticipación a los problemas que pueden surgir y que surgen constantemente. Esta tarea de prevención es, a mi juicio, muy importante en la función regia.

En cuarto lugar, y como consecuencia de lo anterior, la Corona dota al sistema monárquico de una notable estabilidad, pues que no depende de intereses coyunturales ni de las próximas elecciones. El Rey, al ser diferente del común de los ciudadanos, y estar su persona apartada de las preocupaciones personales que afectan a cualquier ciudadano (incluso al dedicado a la política), como son las económicas o las responsabilidades políticas, no está sujeto a esos aconteceres y puede ejercer su magistratura en medio de una serenidad notable. Es más, la estabilidad política que produce la Monarquía no solamente se manifiesta en términos de realidad práctica, sino sobre todo en términos psicológicos: la población en general no percibe de manera agresiva las mudanzas y novedades políticas que le afectan directamente -el cambio de los tiempos-, pues de la imagen del Rey emana una permanencia que se percibe de manera tranquilizadora.

En quinto lugar, la Monarquía ofrece una esperanza y una garantía de futuro: es decir que frente a la acción de los políticos, siempre coyuntural, de menor alcance temporal y muy sujeta a los acontecimientos inmediatos, el Rey es ante todo el estadista que orienta la acción pública a largo plazo, es decir hacia el futuro. Y esa garantía no es teórica o inverosímil, sino real y bien real: de entrada, porque como bien recordó hace pocos años Antonio Fontán, la capacidad de unir a los españoles quizá solamente la tenga la actual Monarquía española. Porque faltando esa unión, nuestro futuro como nación no estaría apenas asegurado.

En sexto lugar, la Monarquía ofrece un valor moral de una importancia mucho mayor de la que los positivistas refieren: se trata del ejemplo público. Ya denunciaba Maquiavelo que el hombre, todo hombre, no es de ordinario demasiado virtuoso, pero desea que quienes lo representen lo sean más que él, y quieren que sus actividades cotidianas estén inspiradas o alentadas por Quien encarna a la Nación: los gobernados se identifican míticamente con valores como virtud y justicia, y el Rey -mito viviente- ha de servir como ejemplo para que la sociedad se impregne de tales valores. Inconscientemente, la colectividad, el pueblo, conservan vivo ese carácter sacro y paternal de las viejas Monarquías, y exigen que quienes encarnan la actual sean ejemplares. En acertadas palabras del Conde de Latores, la acción del Rey ha de constituir un constante modelo para los ciudadanos, ostentando en todo momento la más elevada autoridad moral, que sirva de contraste a las conductas públicas o privadas que carezcan de ella. Y el Rey lo hace, utilizando precisamente una de las escasas parcelas en las que su soberanía es efectiva y total, por no necesitar del refrendo ministerial: la de los mensajes regios, acerca de los cuales ha escrito brillantes páginas Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón.

En séptimo lugar, otro de los valores monárquicos es la competencia del Rey en las materias de su cargo, que se alcanza a través de largos años de formación, bien como Príncipe heredero, bien como monarca reinante. Y en ello la propia Constitución vigente se conforma, hasta el punto de prevenir en su artículo 62.g que Su Majestad sea inmediata, permanente y constantemente informado de todo acontecimiento relevante que pueda afectar a España. Y es que esta competencia y esa formación influyen decisivamente en otro de los valores al que antes hice referencia: el de la estabilidad y continuidad de la política española, porque los gobiernos pasan, pero el Rey -con un superior caudal de experiencia y de competencia- permanece.

En octavo lugar, creo que entre los valores políticos monárquicos debemos considerar también la discreción con la que el Rey desempeña sus funciones. Sí: la Corona es una institución más de influencia que de poder; y esa influencia suele ejercerse de manera muy discreta. Es por eso frecuente que los periodistas y los politólogos nos preguntemos con frecuencia ¿qué hace el Rey? (sobre todo cuando los no monárquicos plantean esta otra: ¿para qué sirve el Rey?). Pero ya el profesor Paul Orianne distinguía en la función pública tres componentes: ser, decir y hacer: la función del Rey es, esencialmente, la de ser; y más ocasionalmente, la de decir o la de hacer.

En noveno lugar, la ambigüedad y la indefinición constitucional de los poderes del Rey también me parecen un valor político en sí mismo, incluso una gran ventaja: porque ello permite al Rey un mayor margen de acción política que, en ciertas situaciones, es muy necesario. Tal indefinición es, por cierto, inusual en todo régimen republicano, donde el Jefe del Estado tiene sus poderes perfectamente establecidos y perfectamente delimitados. Así, el artículo 56.1 de la Constitución, en el que se establecen los fundamentos de la función regia, se limita a señalar que el Rey arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones. Nada más, pero nada menos: es muy posible que la mayor fuerza de esta competencia regia radique precisamente en su falta de concreción, pues al ser tan amplia y tan vaga admite toda clase de interpretaciones y la posibilidad de aplicaciones muy variadas.

En décimo lugar, y en relación con la indefinición de sus competencias constitucionales a que acabo de referirme, considero también un valor político en sí misma la circunstancia, apenas notada por los tratadistas, de que la Monarquía ha carecido siempre y sigue careciendo de un programa político como tal -dejo aparte el llamado estilo real, que no es más que un conjunto de pautas de comportamiento, pero no un verdadero modelo político-; al contrario de lo que acontece en los regímenes republicanos, en los que el candidato ha de tener un programa propio y someterlo al voto de sus conciudadanos. No, la Monarquía española se ha consolidado sin necesidad de ofrecer o presentar previamente un programa de acción política concreto, y además sin estar tampoco sustentada por todo un ideario teórico de sus fundamentos políticos.

En undécimo lugar, la figura del Rey, como más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales (artículo 56 de la Constitución), constituye en sí misma un valor político muy notable. Ciertamente, la mística monárquica y la larga permanencia del Rey en los foros internacionales, son en sí mismas unas ventajas notables para España. Sin embargo, no se ha prestado apenas atención a este importantísimo aspecto de nuestras relaciones internacionales, salvo las breves pero luminosas páginas del profesor Mario Hernández Sánchez-Barba, y del hispanista Charles T. Powell, ambas publicadas en 1995. Porque aún hay más: es que nuestras relaciones con las repúblicas de la antigua América hispana no serían las mismas si al frente del Estado español hubiese habido o hubiera en adelante un presidente republicano, porque la figura del Rey de España tiene allí una importancia muchísimo mayor, y son muy numerosas las anécdotas que dan testimonio de ello (desde la de Fidel Castro ofreciendo al Rey el trono de Cuba, a las de tantos pueblos indígenas aún convencidos de que el verdadero poder para arreglar sus asuntos lo seguía ostentando el Rey de España). Desde Hispanoamérica se ve al Rey como una esperanza tras una larga espera: lo expresó con claridad y precisión el presidente de Costa Rica cuando hace ya muchos años recibió allí a nuestro Rey: Majestad, os estábamos esperando desde hace cuatrocientos años.

Y, ya en último lugar, no me parece ocioso traer a colación los aspectos económicos del sistema monárquico, siempre más beneficiosos para el Erario que el republicano. Porque, dejando aparte la casualidad de que la dotación presupuestaria de la Casa de S.M. el Rey -es decir de la Jefatura del Estado- sea de las más bajas de toda Europa (por ahora asciende a unos ocho millones de euros aproximadamente), resulta que el Estado español mantiene un notabilísimo ahorro en la sólita convocatoria de elecciones presidenciales que se verifica en los vecinos Estados republicanos; ahorro que cabe cifrar en varias decenas de millones en cada quinquenio. Y en estos tiempos de penurias esto no es en modo alguno un valor político menor.

A MODO DE CONCLUSIONES

La Monarquía española es una institución sólidamente instaurada en la sociedad española, y su restauración fue posible en 1975 porque la Dinastía estaba vigente y porque había puesto sus valores y sus principios a la altura de los tiempos, manteniéndose hasta ahora porque ha cumplido rigurosamente sus funciones políticas y sociales. Pero no hay que olvidar nunca que  todo régimen político se desgasta, y ninguno suele durar más allá de cuarenta años, como la Historia nos enseña: alcanzado ese tiempo, tiene que adaptarse y reformarse desde dentro, so pena de que lo sustituyan desde fuera. En este sentido, es de notar que la Monarquía española es un sistema muy flexible y adaptable al devenir de los tiempos, precisamente porque su papel y su desempeño están, lo repito, indefinidos en gran medida. Esta es una ventaja política muy notable.

Las reglas, escritas o no, por las que se ejerce la acción de la Corona son múltiples, complejas y minuciosas. De ellas depende el éxito o no del monarca. La relación afectiva y sentimental -irracional al fin- que el pueblo mantiene con sus Reyes es, por eso mismo, muy delicada. El desempeño de la máxima magistratura nacional debe ser por eso, y sobre todo, ejemplar: cualquier desliz o error en este aspecto ya hemos visto que puede llegar a ser gravísimo.

También goza la Monarquía española, y en especial Quien ahora la encarna, del aprecio universal de las naciones y de los pueblos. Sin embargo, un peligro se cierne sobre su porvenir, y es el de la futura conformación política de la Unión Europea.

Y aunque no estimo yo necesario ni conveniente que el desempeño de las funciones regias sea minuciosamente establecido y regulado por una norma positiva, si creo muy oportuna la promulgación de la Ley de la Corona en la que al menos se definan algunos de sus fundamentos. Por ejemplo, no deja de ser sorprendente que en España no se sepa con exactitud, de una manera oficial, quiénes, de entre los familiares del Rey, forman parte integrante de la Familia Real (el Infante Don Carlos no aparece en la página web de la Casa del Rey ¿quiere esto decir que todo un Infante de España no forma parte de la Familia Real?). O, lo que es más grave aún, que no exista un orden oficial de sucesión a la Corona, aparte del muy genérico e inexacto que contiene la Constitución.

Es necesario recoger en un texto legal esos asuntos fundamentales, pero no otros como el llamado estilo real, norma no escrita pero que existe y es la que ha guiado el desempeño de la función regia durante el último cuarto de siglo. Es preciso recoger esa doctrina, como complemento práctico de la Constitución y de las leyes atinentes a la Corona, manteniendo siempre el equilibrio para que no se exagere ni la excesiva racionalidad normativa, ni el sentimentalismo igualmente excesivo.

Finalmente, creo importante que se potencie la imagen del Rey en términos de eficacia, aunque su labor se realice sobre todo en el plano de la confidencialidad. Es tarea difícil y contradictoria entre la reserva general que en su actuación debe observar el Rey, y la necesidad de informar y convencer al público de la utilidad de sus funciones y actuaciones.

El Rey es, en fin, un símbolo de la Nación española que procura en el desempeño de sus funciones la integración política y social de la comunidad sobre la cual reina, y tal integración supone, además, una gran capacidad de guía, tanto de la vida social como de la vida política, y lo mismo en el campo de la vida española que de las relaciones internacionales. De tal modo que la escasez de su potestas constitucional se compensa con una excelente auctoritas social.

En palabras de Antonio Fontán, la monarquía es una herencia de la historia, pero también una esperanza y una garantía para el futuro nacional. Esa capacidad para conservar, y esa mayor que hace falta para unir, las posee la actual monarquía española, y quizá solo ella.

Dr. Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, Vizconde de Ayala

UN DUELO A PRIMERA SANGRE

UN DUELO A PRIMERA SANGRE

Afrodisio Aparicio

Mi padre tuvo por maestro de esgrima muy añorado y querido por cierto, a don Afrodisio Aparicio (el famoso maestro Afrodisio que dio clases a la Reina Victoria Eugenia) y yo pasé más de la mitad de mi infancia y adolescencia, oyéndole contar anécdotas de aquél genio del arte de la espada. Como soy de naturaleza antideportiva, no seguí los pasos de mi padre, pero en su honor conseguí que mis hijos aprendieran los secretos del acero, con grandes éxitos de Rafael, mi hijo mayor, que de muy mozo fue campeón de la Comunidad de Madrid en varias ocasiones. Soy, eso sí, admirador de la esgrima escrita, la literaria, que da para mucho, así el libro de Jerónimo de Carranza de 1582, que trata por decirlo con palabras del autor de la filosofía de las armas y de la destreza en su manejo, así como del ataque y de la defensa cristiana, en el que se evidencian las teorías morales y teológicas del autor, que se daba a sí mismo el título de inventor de la ciencia de las armas. Carranza creó un sistema muy original, basado en las relaciones matemáticas de los círculos, de los arcos, de los ángulos y de las tangentes. Ganar los grados al perfil era saber ganar la ventaja por pasos consecutivos alrededor del adversario, que dijo Quevedo.

Los principios de Carranza vuelven a encontrarse en otro autor español muy conocido: su discípulo, don Luis Pacheco de Narváez, autor del “Libro de la Grandeza de la Espada”. En él se enseñaba la guardia siguiente: El cuerpo, derecho, pero de manera que el corazón no este directamente frente a la espada del adversario, el brazo derecho completamente extendido, los pies bastante juntos… El autor dice, entre otros argumentos en que apoya la conveniencia de esta guardia, que extendiendo el brazo no hay peligro de ser herido en el codo. Los adversarios se ponían en guardia fuera de una distancia peligrosa. Con demostraciones geométricas se les enseñaban las nociones generales de la medida correcta, a pie firme y en marcha. Giraban alrededor uno del otro, haciendo movimientos de costado a fin de poner al rival en una situación comprometida. Una vez comprendidos estos preliminares, el discípulo debía aprender y practicar todos los pases posibles. Al igual que Carranza, Pacheco de Narváez ofrece multitud de ejemplos y explica lo que ha de hacerse ante cada uno de los movimientos del adversario, variando la complicación de los pases según que su acción fuera violenta, natural, remisa, de reducción, extraña o accidental, según el adversario fuera de grande o pequeña estatura, según que su temperamento fuera musculoso o nervioso, colérico o flemático.

Ettenhard

Cuando fui editor, publiqué El Tratado de Esgrima de Leo Broutín, facsímil de su obra El Arte de la Esgrima con prólogo del Marqués de Alta Villa, que fue una obra muy importante para el desarrollo de la esgrima del florete en nuestro país. Broutín, hijo y hermano de maestros, fue maestro de esgrima de la Academia del Estado Mayor del Ejército de Tierra, del Círculo deBellas Artesy miembro correspondiente del Academia de las Armas de Paris.

Se puede decir, sin faltar a la verdad, que el maestro Afrodisio ocupó mis ensoñaciones de infante, cuando me veía a mí mismo de Espadachín Enmascarado que era el tebeo, junto al Capitán Trueno, que ocupaba mis ocios. Nunca fui espadachín y lo siento, mucho más ahora, que me sé algunos intríngulis de la vida del maestro de armas de mi padre que era un hombre de estatura media, musculoso, con un imponente bigote de mosquetero, muy característico. Había abierto su Sala de Armas en 1915 en la calle Echegaray y por ella pasaron desde el general Millán Astray hasta Raimundo Fernández Cuesta. El maestro se proclamó pronto Campeón del Mundo de sable, llegando a poseer la Gran Cruz de Beneficencia, la Cruz de Alfonso X El Sabio y la Encomienda de Cisneros, pero por lo que pasaría a los anales de la esgrima, es por su duelo caballeresco con Lancho, otro maestro de la época. Ángel Lancho y Afrodisio Aparicio, ambos rivales y representantes de las escuelas española y francesa de esgrima, respectivamente, no se tenían gran estima y su enemistad personal se vio acrecentada por una animadversión profesional que les llevó a retarse en duelo por unos comentarios despectivos del maestro Afrodisio.

Angel Lancho

Fue el 13 de mayo de 1905, en la Quinta de Noguera, cerca de la plaza de Manuel Becerra, en Madrid, donde se encontraron los maestros acompañados de sus padrinos. El arma escogida para el duelo a primera sangre fue la espada, que era la especialidad de Lancho. Éste representaba la elegancia y la acometividad. Aparicio, más atlético y heterodoxo, la audacia y la fiereza. El juez les interrumpe en el tercer asalto: ha habido un golpe de plano en el hombro de Lancho y otro de punta que no produce sangre en el antebrazo de Afrodisio. El lance continua. En el cuarto asalto se produce otro puntazo en el antebrazo de Afrodisio. Los médicos discuten. El duelo se da por terminado y Lancho vence tras herir dos veces a su rival. Los diarios de la época reflejan el acta de duelo, en la que se destaca el valor y la destreza de los que dieron muestra los dos adversarios.

No firmaron la paz inmediatamente, pero poco tiempo después se hicieron amigos, una vez que Afrodisio se pasó a la escuela española preconizada por Lancho. Tras la reconciliación, formaron un apareja deportiva solicitadísima en la época. No había acto social de relieve o acontecimiento importante, que no concluyera con un esperado asalto de esgrima entre Lancho y Afrodisio.
Juntos participaron en numeroso torneos nacionales e internacionales, elevando la esgrima española a la más alta cota  que jamás hubiera alcanzado.

La amistad de ambos se extendió a sus respectivas familias que, a la muerte de Lancho en 1939, siguió manteniéndose como demuestra el hecho que todas las armas y demás material de su sala fuesen regalados al maestro Afrodisio, y que años más tarde, fuese testigo en la bodas de los hijos de su rival: la de Emma (1942) y la de Rafael (1957).

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El maestro Afrodisio, falleció en 1962. Con su desaparición dejó la esgrima de considerarse el deporte por excelencia de las clases altas. La esgrima como un arte de combate de caballeros y entre caballeros. No se me ocurre otra cosa más propia para quien se estime a sí mismo hijodalgo. Se me antoja que evocar en época tan descreída como la nuestra, aquel duelo es rendir homenaje a dos colosos olvidados que llegaron a ser por sus propios méritos y reconocida caballerosidad, dos próceres de la vida española. Ya lo dijo mi lejano pariente don Francisco Piferrer y Montells: La virtud y el mérito personal constituyen la verdadera Nobleza y son por lo mismo la base fundamental de la Ciencia Heroica, la cual trata precisamente de los honores y distinciones que cada uno merece por su valor, por su virtud y por sus nobles hazañas. Pues eso.

José María de Montells

COLEGIO DE ARMAS 2013

COLEGIO DE ARMAS 2013

REV Colegio de Armas

COLEGIO DE ARMAS 2013

La cada vez más cuidada revista de la Orden de Carlos V y del Capítulo de Caballeros Balistarios de Santa Bárbara, editada por la Sociedad Heráldica Española, nos presenta este sólito número otoñal con los artículos del Dr. D. Alfonso de CEBALLOS-ESCALERA GILA, Marqués de la FLORESTA, La capilla del Alcázar de Segovia: algo sobre su ornato, sus capellanes y su fuero personal; Dr. José María de MONTELLS Y GALÁN, La Real Maestranza de Sevilla y su colección de retratos reales; Rafael PORTELL PASAMONTE, Las bodas desiguales de S.A.R. Don Alfonso de Borbón, Príncipe de Asturias; y el Vizconde de AYALA, Memoria de un caso extraordinario en los Ejércitos de España: el marino don Pedro Pérez de Guzmán y Urzáiz (1901-1979) y sus cuatro Medallas Militares individuales.

DE LAS ARMAS DEL SOLAR DE TEJADA

DE LAS ARMAS DEL SOLAR DE TEJADA

Tejada 1

DE LAS ARMAS DEL SOLAR DE TEJADA Y DE ALGUNAS MANIOBRAS PELIGROSAS

Como es bien sabido, el denominado Antiguo e Ilustre Solar de Tejada es un vestigio riojano del antiguo sistema de divisas, de netas raíces germánicas. Se dice que en 1460 el Rey Don Enrique IV le otorgó un privilegio foral que incluía el uso privativo de un escudo de armas-hoy tan conocido-. Ese texto original no se conserva sino en copias, lo que ha venido a poner en duda su autenticidad. De lo que hay menos duda es que el tal privilegio fue confirmado por los Reyes Católicos en 1491, porque se conserva el documento original, que ha sido estudiado por paleógrafos expertos, que lo han considerado auténtico.

Después de 1491, han sido varios los monarcas que han confirmado tal privilegio: las últimas confirmaciones se datan en los reinados y gobiernos de Don Alfonso XII (1878), Don Alfonso XIII (1903), Don Francisco Franco (1957), y Don Juan Carlos I (1981). Notemos, porque es importante notarlo, que el privilegio está reducido ya al mero uso privativo de esas antiguas armerías, porque el Solar no es ya, como pudo serlo en otros tiempos, una institución nobiliaria oficialmente reconocida (Sentencia del Tribunal Supremo de 16 de febrero de 1988), y sus miembros, por más que alguno alardee de ello, no pueden ser tenidos ni considerados por nobles por el solo hecho de pertenecer al Solar. En este mismo sentido, notemos que el Rey limitó la concesión del escudo de armas “a los Caballeros Diviseros Hijosdalgo” del Solar, por lo que solo quienes sean oficialmente nobles en el Reino de España tienen derecho al uso de ese escudo, y no cualquier otro de los miembros del Solar, ni tampoco las mujeres solariegas -en buena doctrina jurisprudencial, los privilegios se aplican siempre en su tener literal, ad pedem litterae, y no caben interpretaciones caprichosas, ni mucho menos ampliatorias-.

En resumen: el hoy denominado Antiguo e Ilustre Solar de Tejada ha utilizado secularmente de unas armerías propias y privativas, en virtud de sucesivos privilegios reales de confirmación, el último de los cuales fue otorgado al Solar por la Majestad reinante, mediante Su real orden de 4 de marzo de 1981, publicada en el Boletín Oficial del Estado el 5 de octubre de 1981.

Pues bien: desde hace unos pocos años, algunos solariegos, movidos desde la sombra por un oscuro funcionario que con cierta frecuencia se hace pasar por Delegado del Solar en Madrid, vienen reclamando que las armas del Solar se modifiquen, en el sentido de simplificarlas, suprimiendo algunos elementos que, a su juicio, les parecen añadidos superfluos, injustificados o indebidos. Se refieren, sobre todo, a la corona y a la cruz santiaguista que luce el emblema oficialmente aprobado (así consta pintado en la confirmación franquista del privilegio), y que es el mismo que figura esculpido en una labra pétrea en la Casa Solar.

Naturalmente, como discusión reducida al ámbito solariego o incluso académico, este asunto heráldico podría debatirse, y de esa discusión resultarían quizá ideas interesantes (y probablemente también resultaría desenmascarado el inductor, porque al parecer el modelo de escudo que pretende imponer es… ¡uno que figura pintado en una ejecutoria antigua, hoy propiedad del mentado funcionario! ¡qué cosas!).

Pero el inconveniente es que estos solariegos y la mano que los guía pretenden que la Junta de Gobierno del Solar acuerde y apruebe tal modificación, y con tal fin escriben y hablan con cuantos solariegos pueden, para explicarles sus pretensiones. Qué gran verdad es que cuando el Diablo se aburre, mata moscas con el rabo…

Y aquí tienen el problema, sin solución alguna: que ni la Junta de Gobierno ni el Solar de Tejada al completo y por unanimidad, pudieran hacer tal cosa, es decir: modificar a su arbitrio una real orden suscrita por el Rey con el Ministro de Justicia y publicada en el Boletín Oficial del Estado ¡Nada menos! Pero, hombres de Dios, ¡cómo váis ni vamos a hacer una cosa así, sin tener esa capacidad legal ni legislativa, y careciendo por completo de tales competencias!.

Me molesta tener que explicar cosas tan obvias, pero me parece que hay confusión de ideas y de conceptos, y también hay alguno que insiste e insiste en arrimar el ascua a su sardina, aun a costa de poner en peligro los superiores intereses del propio Solar de Tejada.

Ciertamente, sí que podría el Solar de Tejada, en todo caso, instar de Su Majestad, a través del Ministerio de Justicia, y mediando los informes heráldicos convenientes, la modificación de esas Armas concedidas por privilegio. Pero el éxito del empeño me parece incierto, porque es más que dudoso que Su Majestad quiera volver sobre lo que ya confirmó en su día; y de otra parte en estos tiempos políticamente turbulentos el caso podría desembocar en un efecto no deseado, cual una modificación más drástica y perjudicial del privilegio (como decimos en Castilla: el mucho rascar remata en roña). No, no creo yo que el Solar de Tejada pueda permitirse hoy el lujo de cometer una imprudencia semejante.

Sigo las incesantes maniobras de estos solariegos con preocupación creciente, y aún más creciente es mi asombro ante el eco que una iniciativa semejante va teniendo incluso entre miembros mal advertidos de la Junta de Gobierno, que al parecer desconocen nuestra falta de capacidad legal para acometer semejante modificación de una real orden. Yo creo que esas maniobras deben cesar enseguida, por las razones de prudencia que llevo expuestas. Amén (y si el Diablo se sigue aburriendo, que las moscas que mate sean otras, que no las solariegas).

GALERÍA DE LA GUARDIA CIVIL Y CARABINEROS

GALERÍA DE LA GUARDIA CIVIL Y CARABINEROS

HOMENAJE A LA GUARDIA CIVIL

Alfonso de Ceballos-Escalera Gila, Antonio Sánchez de León Cotoner, Carlos Escudero de Burón González, Jesús Fernando Agudo Sánchez y Ana Belén Sánchez Prieto

Madrid, Palafox y Pezuela Editores, 2013 ISBN 978-84-938069-0-3 324 páginas con numerosas ilustraciones a todo color.

 

GALERÍA DE LA GUARDIA CIVIL Y CARABINEROS. SEMBLANZAS Y RETRATOS DE LOS DIRECTORES GENERALES Y SUBDIRECTORES

Prologado por el Ministro del Interior, y dedicado a los hombres y mujeres que la integran, esta extensa obra es un homenaje a la Guardia Civil, que en sus 169 años de historia -fue creada en 1844-, con su esfuerzo, sacrificio, abnegación y vocación de servicio al ciudadano, se ha forjado un más que merecido prestigio y reconocimiento por parte de sus conciudadanos, siendo hoy en día una de las instituciones más queridas y más respetadas por los españoles. El intento de los autores ha sido el de reunir todos los antecedentes prosopográficos e iconográficos de todos los directores e inspectores generales de la Guardia Civil, de sus subdirectores, y de los directores generales del Cuerpo de Carabineros que se unió al primero en 1940, y formar ese compendio biográfico con criterios científicos modernos.

El elenco nos lo presentan por orden cronológico de sus respectivos nombramientos, en primer lugar los 82 directores generales del Cuerpo, seguidos de los 43 subdirectores generales que hasta ahora han alcanzado ese rango -en cualquiera de las modernas subdirecciones Generales, Gabinete Técnico e Inspección General-, para concluir con los 53 directores generales del extinguido Cuerpo de Carabineros, y sus 8 subinspectores y subdirectores generales. En total, casi doscientas semblanzas biográficas de otros tantos personajes relevantes en la larga historia del Cuerpo.

En cada semblanza biográfica -siempre más extensas las de los directores generales- se presentan los lugares y fechas de nacimiento y defunción -en su caso-, filiación, matrimonio y prole, y carrera militar completa, para concluir con las condecoraciones que merecieron cada uno. Completan cada reseña la mención de las fuentes archivísticas y bibliográficas utilizadas, así como el respectivo retrato -a veces más se conserva de uno- con su localización actual -porque los autores, con acierto, han considerado la iconografía parte fundamental de todo relato biográfico: no es lo mismo hablar de alguien que ver su cara y apariencia-. Parece oportuno hacer notar que, conforme al método de trabajo científico que los autores acreditan desde hace años, no se han limitado a copiar y transcribir lo ya publicado -así solamente se forman los refritos, no los estudios serios-, sino que han acudido a las fuentes primigenias, esto es, a los expedientes militares y hojas de servicios de los generales y personajes aquí glosados.

Por lo tanto, las noticias que ofrecen están en general bien contrastadas y muchas veces son novedosas e inéditas. Precede a ese elenco una sucinta exposición acerca de los orígenes y evolución histórica de las inspecciones y direcciones Generales de ambos Cuerpos, y de los cambios sufridos por sus supremos órganos de mando y dirección: esta breve introducción institucional es necesaria para valorar con precisión la figura -en sus contextos personal y social- y la actuación de quienes sucesivamente fueron ocupando ambas Inspecciones y Direcciones Generales. Completan este estudio un útil índice de personas; y una relación de las fuentes y bibliografía utilizadas. Los resultados de este excelente trabajo -el primer y más completo elenco prosopográfico de todos los mandos supremos de la Guardia Civil y de Carabineros-, están a la vista y merecen todos los plácemes (LCE).

SOCIEDAD DE GEOGRAFíA DE LISBOA

SOCIEDAD DE GEOGRAFíA DE LISBOA

SOCIEDAD DE GEOGRAFíA DE LISBOA

EL CURSO 2023-2014 DE LA SOCIEDAD DE GEOGRAFÍA DE LISBOA

Tras la elección de la nueva Mesa de la Sección de Genealogía, Heráldica y Falerística, que ha quedado formada por el presidente Segismundo Ramires Pinto; el vicepresidente Benito Martinez Araujo, y el secretário Vítor Escudero de Campos -a quienes felicitamos, deseándoles un buen desempeño-, se ha fijado el siguiente programa de actividades académicas para el curso 2013-2014: el 30 de octubre, sesión de inauguración, con la conferencia del ingeniero António Trigueiros, sobre A Real Ordem da Torre e Espada de D. João VI: Mitos e Realidade. El 27 de noviembre, conferencia del Dr. José Filipe Menéndez, Do Morgado da Ribeira de Moinhos à Quinta do Cabral: quatro séculos de História de uma multissecular família; el 18 de diciembre, conferencia del Dr. Domingos Manuel Fonseca de Almeida Machado, A Heráldica nas Casas Senhoriais de Fonte Arcada (Sernancelhe).

Ya en 2014, el 23 de enero conferencia del mestre Marco Sousa Santos, Os Capitéis Brasonados de S. Sebastião de Lagos e a Arquitectura Renascentista no Algarve; el 20 de febrero, conferencia del mestre David Silva, Heráldica de Fantasia e Heráldica Atribuída: algumas notas para a compreensão do contexto social e geo-político do Homem Medieval; el 20 de marzo, conferencia del mestre  José Colaço, A Águia na Heráldica; el 10 de abril, III Seminário de Falerística da Sociedade de Geografia de Lisboa; el 17 de abril, conferencia del profesor Benito Martinez, Literatura e Genealogia; el 22 de mayo, conferencia del comendador Ernesto Ferreira Jordão y doña Madalena Ferreira Jordão, Genealogias, Passados e Presentes de uma Família do Algarve; el 19 de junio, conferencia del Dr. Vítor Escudero de Campos, A La Lealtad Acrisolada por Isabel la Católica: História e estórias de fabulosa Falerística; y por fin el 24 de julio, sesión de clausura  con una conferencia del arquitecto Segismundo Pinto. Un programa denso, que promete ser ameno (ACE).
III ANIVERSARIO DEL BLOG

III ANIVERSARIO DEL BLOG

III ANIVERSARIO DEL BLOG

III ANIVERSARIO DEL BLOG SALÓN DEL TRONO

Fue el 24 de septiembre de 2010 cuando, implorando la protección de Nuestra Señora de la Merced, daba comienzo esta aventura en la red, que hoy alcanza su tercer año de vida. Durante estos años ha publicado noticias relevantes y numerosos artículos de mérito e interés, contando con unos quinientos lectores cotidianos -desde España y desde numerosos y muy diferentes países del mundo-, por lo que felicitamos a su director y alma don Daniel García Riol, alentándole a continuar tan grata publicación (ACE).

REUNIFICACIÓN POLÍTICA DE LOS REINOS DE ESPAÑA

REUNIFICACIÓN POLÍTICA DE LOS REINOS DE ESPAÑA

REUNIFICACIÓN POLÍTICA DE LOS REINOS DE ESPAÑA

BIBLIOGRAFÍA

Los Principados y Títulos del Heredero de la Corona. En el V Centenario de la Reunificación Política de los Reinos de España (1512-2012). Madrid, 2013. D.L. M-13450-2013. 156 páginas plenas de ilustraciones en color.

 

Edición no venal y numerada de 350 ejemplares, realizada por el Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, el Real Estamento Militar de Gerona y la Ciudad de Viana (Navarra). Al celebrarse en 2012 el V Centenario de la reunificación política de los Reinos de España con la incorporación en 1512 del Reino de Navarra a los de Castilla y Aragón, ya unidos desde 1479, el Cuerpo de la Nobleza de Asturias y el Real Estamento Militar del Principado de Gerona quisieron celebrar también el que a partir de aquel momento al Heredero de la Corona de España le correspondería usar por primera vez no solo los títulos de Príncipe de Asturias y de Gerona, sino también el de Príncipe de Viana. A esta iniciativa se sumó el Ayuntamiento de Viana, prestando todo su apoyo.

Y así en mayo de 2012 se celebraron en la ciudad de Viana las Jornadas culturales y académicas de las cuales toma el título esta publicación, que reúne los textos de aquellas conferencias: El Principado de Asturias, como título del Heredero de la Corona de España, del historiador don Manuel María RRODRÍGUEZ DE MARIBONA DÁVILA; El Principado de Gerona, del coronel don Arcadio del POZO Y PUJOL DE SENILLOSA; El Principado de Viana como título del heredero del Trono del Reino de Navarra: Origen, desarrollo y pervivencia de una dignidad, del profesor don Félix MARTÍNEZ LLORENTE; Diferencia de armas y brisuras en el seno de la Casa Real de Aragón medieval: las armerías de Infantes y del Duque-Príncipe de Gerona, del profesor MARTÍNEZ LLORENTE y el profesor Marqués de la FLORESTA; y Las armería de los herederos y de los Príncipes de Viana del reino de Navarra, también de los mismos dos profesores. Se trata de una obra excelente y muy bien documentada e ilustrada, aunque sea muy de lamentar que no se haya puesto a disposición del público (LCE).

CAUTIVOS Y PRISIONEROS EN LA EDAD MEDIA

BIBLIOGRAFÍA

Cautivos y Prisioneros en la Edad Media Hispánica. José Manuel Calderón Ortega y Francisco J. Díaz González (col.) Universidad de Alcalá de Henares, 2012. ISBN 978-84-81380798. 350 páginas.


El destino de aquellos que eran capturados y hechos prisioneros o cautivos durante la Edad Media solía ser terrible: en el peor de los casos, la muerte; o cuando menos la tortura, la humillación, la reclusión en cárceles de penosas condiciones o el sometimiento a trabajos forzados o a un régimen de esclavitud. En ocasiones sobrevenía su liberación, merced al intercambio de prisioneros  o  el pago de un rescate. La variedad y complejidad de estas situaciones es lo que José Manuel Calderón Ortega y Francisco Javier Díaz González, profesores titulares de Historia del Derecho de la Universidad de Alcalá de Henares, estudian en esta obra, precisamente desde una perspectiva histórico-jurídica, y también comparativa respecto de lo sucedido en otras civilizaciones o entidades políticas y culturales, tanto de la época antigua como del mundo medieval, hasta las Guerras de Italia o la conquista del Nuevo Mundo.

El libro se divide en cuatro partes, precedidas de una breve introducción, que corresponden a las cuatro circunstancias por las que podía pasar el cautivo: la captura, la muerte, las humillaciones y reclusión en cárceles, y la liberación. Son de notar algunos méritos de los autores: la mención de las tácticas y usos combativos; la explicación del significado etimológico de los vocablos utilizados; las referencias a la vida de frontera en el ámbito hispánico; a la  cuantificación de los prisioneros; la paulatina normativización de los usos atinentes, sobre todo de la liberación mediante rescate, que originó la necesidad de su regulación jurídica en la España medieval, y la intervención de los redentores de cautivos -las Órdenes de Santiago, de la Merced, de Calatrava, o los mostolafs, eixeas o exeas, y alfaqueques-, así como las fugas o las apostasías -los elches o tornadizos-. Se trata sin duda de una obra excelente, muy bien documentada, y de una gran erudición, que se completa con un índice de personas y otro toponímico, y que ya es el estudio de referencia para cualquiera que haya de acercarse a este asunto (VA).

LA HISTORIA DE LA GRAN ISLA MEDITERRANEA

LA HISTORIA DE LA GRAN ISLA MEDITERRANEA

LA HISTORIA DE LA GRAN ISLA MEDITERRANEA

 BIBLIOGRAFÍA

Louis Mendola: Sicilian Genealogy and Heraldry. Palermo, Trinacria Editions, 2013. ISBN 978-065-796932. 296 páginas.

 

Louis Mendola, culto siciliano que escribe siempre en inglés, nos presenta un bellísmo y documentado trabajo sobre la historia de la gran isla mediterránea, a través de sus nobles y de sus caballeros, cuyas familias han quedado reflejadas en los relatos genealógicos y en las representaciones heráldicas. A través de sus páginas se suceden los asuntos atinentes a ese fin principal: la identidad del pueblo; el feudalismo siciliano; los caballeros de Malta, del Temple y Teutónicos; las constituciones de Melfi (1231); los fundamentos de la Nobleza de Sicilia; los palacios e iglesias principales; los linajes de Chiaramonte, Abbatellis, Branciforte o Sclafani; el armorial de la heráldica de Sicilia, el león inglés en Sicilia, o las figuras normandas en Monreale; la historia de las familias nobles de Sicilia, los métodos genealógicos, la genética, las raíces judaicas y la onomástica siciliana.

Y, por último, siete textos de importancia, presentados a modo de apéndices: las familias armígeras (1282-1860); las leyes nobiliarias (1734-1861); los pares sicilianos en 1848; los reyes y reinas de Sicilia; las familias judías nobles en la Sicilia bajomedieval; los nobles palermitanos y los judíos en 1492; las diferencias en los modernos escudos de armas sicilianos; y los estudios sicilianos: el Canon. No solamente se trata de un gran esfuerzo historiográfico, sino que tiene el mayor interés para los estudiosos hispanos, debido a las íntimas relaciones históricas de los españoles con la isla (VA).

V ENCUENTRO LITERARIO DE ESLES DE CAYÓN (CANTABRIA)

V ENCUENTRO LITERARIO DE ESLES DE CAYÓN (CANTABRIA)

V ENCUENTRO LITERARIO DE ESLES DE CAYÓN

Dedicados al sugerente tema Delicias del Jardín, y bajo la dirección de don Fernando Gomarín, presidente de la Fundación Centro de Documentación Etnográfica sobre Cantabria, han tenido lugar estos prestigiosos encuentros histórico-literarios en el bellísimo y célebre jardín monumental de la casona Solar de Cotubín, propiedad de la familia González-Camino.

En esta ocasión han participado en ellos con sendas ponencias el arquitecto y paisajista don Luis González-Camino (Jardinería y paisajismo: el espíritu del jardín); la escritora y poetisa Nicole d’Amonville (Aún no se lo he dicho a mi jardín: Emily Dickinson); don Francisco Páez de la Cadena, profesor de la Universidad de La Rioja (El jardín: del concepto ornamental y estético al espacio productivo); el profesor don Antonio Carreira (Flores y jardines en la poesía del Siglo de Oro); doña Aurora Egido, catedrática de la Universidad de Zaragoza y numeraria de la Real Academia Española (Jardines hechos y deshechos: Soto de Roja, Lope de Vega, Baltasar Gracián); y Alfonso de Ceballos-Escalera, Vizconde de Ayala, presidente de la Académie Belgo-Espagnole d’Histoire (La sombra de Argo: Ciencia y Marina españolas en el siglo XVIII. Las expediciones botánicas).

Las sesiones, moderadas por los profesores Antonio Carreira, Sergio Rodríguez Lozano y Amelia de Paz, fueron seguidas por un público numeroso, selecto y atento. En esta ocasión, los encuentros fueron amenizados e ilustrados por las visitas guiadas al monumental Jardín de Cotubín y a la preciosa Huerta de Françoise; presentaciones y catas de café (Alberto Vidal) y de té (Carlos Riaño); y conciertos musicales de trompeta natural y órgano (Basilio Gomarín y José Ignacio Palacios), y del Quinteto de Viento Arturo Dúo Vital (con la curiosidad de una gran trompa de los Alpes). Las tres densas y gratas jornadas académicas fueron clausuradas por Fernando Gomarín, junto a la escritora Philippine González-Camino, y al arquitecto Francisco González-Camino, maître des lieux (LCE).

ENTREGA DE LA CORBATA DE LA ORDEN DE SAN LÁZARO

ENTREGA DE LA CORBATA DE LA ORDEN DE SAN LÁZARO

ENTREGA DE LA CORBATA DE LA ORDEN DE SAN LÁZARO

En la mañana del jueves día 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol, Patrón de España y de la Caballería española, tuvo lugar en la Academia de Caballería de Valladolid el solemne acto de entrega de la Corbata de la Orden al Guión de ese centro docente del Ejército, al que tan vinculado se siente la Milicia lazarista.

El acto, de gran significado patriótico, estuvo presidido por el Director de la Academia, el general don Andrés Chapa Huidobro, y contó con la asistencia del Gran Maestre, don Carlos Gereda de Borbón, Marqués de Almazán, así como de numerosos representantes de la Orden lazarista, entre los que destacan los miembros del Consejo de Gobierno; don Juan Pedro de Soto Martorell, Marqués de la Lapilla, don Victoriano Ruiz Peris, don Daniel García Ramos y doña Rosa Rodríguez, y también de la Fundación San Lázaro, don Diego Guillamón. Suspendidas todas las celebraciones en señal de duelo por las víctimas del terrible accidente ferroviario de Santiago de Compostela, ocurrido la víspera, se mantuvo no obstante, la entrega de la corbata lazarista, que tuvo lugar en el salón de actos de la Academia.

En el mismo acto, se procedió a la concesión de la Gran Cruz de Justicia del Hospital de la Cruz Verde a los generales Chapa Huidobro y López González, así como otras recompensas de la Orden a distintos profesores de la Academia. Acabada la entrega de condecoraciones se celebró la Santa Misa, para inmediatamente después comenzar la brillante parada militar en la que se rindieron honores a los caídos. Terminado el desfile, y suspendido el tradicional vino español con el  que se agasaja a las autoridades asistentes, con motivo del luto por el accidente habido en Santiago, se procedió a la celebración de un almuerzo de hermandad entre los representantes de la Orden y el personal de la Academia que había sido distinguido por el Hospital, y con ello se cerraron los entrañables actos de Valladolid (LCE).

HOMENAJE A LA GUARDIA CIVIL

HOMENAJE A LA GUARDIA CIVIL

HOMENAJE A LA GUARDIA CIVIL

BIBLIOGRAFÍA

Alfonso de Ceballos-Escalera Gila,  Antonio Sánchez de León Cotoner, Carlos Escudero de Burón González, Jesús Fernando Agudo Sánchez y Ana Belén Sánchez Prieto. Galería de la Guardia Civil y Carabineros. Semblanzas y Retratos de los Directores Generales y Subdirectores. Madrid, Palafox y Pezuela Editores, 2013. ISBN 978-84-938069-0-3. 324 páginas con numerosas ilustraciones a todo color.


Prologado por el Ministro del Interior, y dedicado a los hombres y mujeres que la integran, esta extensa obra es un homenaje a la Guardia Civil, que en sus 169 años de historia -fue creada en 1844-, con su esfuerzo, sacrificio, abnegación y vocación de servicio al ciudadano, se ha forjado un más que merecido prestigio y reconocimiento por parte de sus conciudadanos, siendo hoy en día una de las instituciones más queridas y más respetadas por los españoles. El intento de los autores ha sido el de reunir todos los antecedentes prosopográficos e iconográficos de todos los directores e inspectores generales de la Guardia Civil, de sus subdirectores, y de los directores generales del Cuerpo de Carabineros que se unió al primero en 1940, y formar ese compendio biográfico con criterios científicos modernos.

El elenco nos lo presentan por orden cronológico de sus respectivos nombramientos, en primer lugar los 82 directores generales del Cuerpo, seguidos de los 43 subdirectores generales que hasta ahora han alcanzado ese rango -en cualquiera de las modernas subdirecciones Generales, Gabinete Técnico e Inspección General-, para concluir con los 53 directores generales del extinguido Cuerpo de Carabineros, y sus 8 subinspectores y subdirectores generales. en total, casi doscientas semblanzas biográficas de otros tantos personajes relevantes en la larga historia del Cuerpo. En cada semblanza biográfica -siempre más extensas las de los directores generales- se presentan los lugares y fechas de nacimiento y defunción -en su caso-, filiación, matrimonio y prole, y carrera militar completa, para concluir con las condecoraciones que merecieron cada uno. Completan cada reseña la mención de las fuentes archivísticas y bibliográficas utilizadas, así como el respectivo retrato -a veces más se conserva de uno- con su localización actual -porque los autores, con acierto, han considerado la iconografía parte fundamental de todo relato biográfico: no es lo mismo hablar de alguien que ver su cara y apariencia-. Parece oportuno hacer notar que, conforme al método de trabajo científico que los autores acreditan desde hace años, no se han limitado a copiar y transcribir lo ya publicado -así solamente se forman los refritos, no los estudios serios-, sino que han acudido a las fuentes primigenias, esto es, a los expedientes militares y hojas de servicios de los generales y personajes aquí glosados.

Por lo tanto, las noticias que ofrecen están en general bien contrastadas y muchas veces son novedosas e inéditas. Precede a ese elenco una sucinta exposición acerca de los orígenes y evolución histórica de las inspecciones y direcciones Generales de ambos Cuerpos, y de los cambios sufridos por sus supremos órganos de mando y dirección: esta breve introducción institucional es necesaria para valorar con precisión la figura -en sus contextos personal y social- y la actuación de quienes sucesivamente fueron ocupando ambas Inspecciones y Direcciones Generales. Completan este estudio un útil índice de personas; y una relación de las fuentes y bibliografía utilizadas. Los resultados de este excelente trabajo -el primer y más completo elenco prosopográfico de todos los mandos supremos de la Guardia Civil y de Carabineros-, están a la vista y merecen todos los plácemes (LCE).

AUDIENCIA DE S.A.R. EL PRÍNCIPE DE ASTURIAS

AUDIENCIA DE S.A.R. EL PRÍNCIPE DE ASTURIAS

AUDIENCIA DE S.A.R. EL PRÍNCIPE DE ASTURIAS

S.A.R. el Príncipe de Asturias ha recibido en audiencia el 15 de julio, en el palacio de La Zarzuela al Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, al Real Estamento Militar del Principado de Gerona, y al Alcalde de Viana (Navarra), con motivo de hacerle entrega del primer ejemplar del libro Los Principados y Títulos del Heredero de la Corona, en el V Centenario de la reunificación política de los reinos de España (1512-2012), que han editado estas dos corporaciones nobiliarias de Asturias y Gerona, recogiendo las conferencias que se impartieron en la ciudad de Viana en unas jornadas con la misma denominación celebradas en Viana en mayo de 2012.

Además del Alcalde de Viana, don Gregorio Galilea Arazuri, asistieron por parte del Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias su consejero magistral don Francisco de Borbón, Duque de Sevilla, su canciller don Manuel Ruiz de Bucesta y Álvarez, don Manuel María Rodríguez de Maribona y Dávila, don Carlos Franco y Suanzes, don Arturo Llerandi y Morán, don Manuel Ximénez de Abbad y don Alfredo Leonard y Lamuño. Por parte del Real Estamento Militar del Principado de Gerona, lo hicieron su veguer-presidente don Joaquín de Alós y de Zayas, Marqués de Dou, su secretario general don José María del Pozo y Fina, el coronel don Arcadio del Pozo y Pujol de Senillosa, y el comandante don Felipe Zuleta de Reales y Alejandro.

Asistieron también como autores los profesores doctor don Félix Martínez Llorente y doctor don Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, Marqués de la Floresta. Tras ser presentados a S.A.R., el Duque de Sevilla dirigió al Príncipe de Asturias unas breves palabras para presentarle la obra, explicando su concepción y contenido, a las que S.A.R. respondió con afabilidad, manifestando su interés por estas cuestiones de la historia dinástica que contribuyen a vertebrar y a unir a los españoles. Además el ejemplar destinado a S.A.R., los comisionados entregaron los destinados a Su Majestad el Rey y a otras Autoridades, todos bellamente encuadernados (LCE).

VI JORNADAS DE INVESTIGACIÓN HISTÓRICA “VILLA DE CUÉLLAR”

VI JORNADAS DE INVESTIGACIÓN HISTÓRICA “VILLA DE CUÉLLAR”

VI JORNADAS DE INVESTIGACIÓN HISTÓRICA “VILLA DE CUÉLLAR”

Organizadas por la Consejería de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Cuéllar, en los días 4 y 5 de Julio de 2013 han tenido lugar estas sextas Jornadas, que abordaron en esta ocasión una temática que históricamente ha gozado de un intenso desarrollo institucional, hundiendo sus raíces en el período medieval, y que dispone en la actualidad de un pujante desarrollo institucional, cual es el de las Ferias y Mercados.

La pretensión última de los organizadores fue la de abordar el análisis de los más variados aspectos que rodearon la aparición de las Ferias y Mercados, desde los meramente políticos, a los sociales, económicos y culturales, clarificando posiciones y conceptos que pudieran ayudar a desentrañar, desde el punto de vista del historiador y del jurista, no sólo esa vertiente histórica inicial de constitución de esta compleja institución sino también su enriquecedora realidad actual. Debido a la temática abordada resulta plenamente justificada la presencia en estas Jornadas de historiadores, juristas, sociólogos y políticos, la mayor parte de ellos profesores de Facultades de Derecho o de Historia de destacadas universidades españolas (Valladolid, Burgos, Rey Juan Carlos de Madrid y Almería) y extranjeras (La Habana, Cuba; Moderna de Lisboa). La conferencia de inauguración corrió a cargo del Dr. D. Balbino Velasco Bayón, Cronista Oficial de la Villa de Cuéllar: Marco histórico de Cuéllar durante sus ferias medievales.

Continuaron la Drª Dª Rosalía Rodríguez López, Catedrática de Derecho Romano de la Universidad de Almería, con Mercados en la Roma antigua: de nundinis et mercationibus; el Dr. D. Luis Velasco San Pedro, Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid, con El derecho mercantil de Ferias y Mercados: tipología contractual; el Dr. D. Ricardo Mata Martín, Profesor Titular Acreditado como Catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Valladolid, con Delitos y penas en las Ferias y Mercados de Cuéllar; D. Alberto Sauri Oliva, Licenciado en Derecho, de la Universidad de La Habana (Cuba), con La Habana: mercado de harinas castellanas; el  Dr. D. Emiliano González Diez, Catedrático de Historia del Derecho de la Universidad de Burgos, con Ferias y Mercados en Castilla y León: sus bases históricas y jurídicas; el Dr. D. Félix Martínez Llorente, Profesor Titular Acreditado como Catedrático de Historia del Derecho de la Universidad de Valladolid, con Ferias y Mercados en la villa de Cuéllar y su Tierra: del Medievo a la modernidad; el Dr. D. Ignacio Ruiz Rodríguez, Profesor Titular de Historia del Derecho de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, con Ferias y Mercados en la América española; Dª Ainhoa Iglesias Bayón, Licenciada en Historia e Investigadora, con La Cuéllar ferial de nuestros días: de la tradición a la especialización; cerrando las Jornadas una conferencia de clausura del Dr. D. Alfonso Ceballos-Escalera y Gila, Correspondiente en Segovia de la Real Academia de la Historia, que se tituló Mercaderes segovianos (FML).