Allá por los años 1952 y 1953 se reunía en el bar La Campana de la madrileña calle de Núñez de Arce, lindera a la plaza de Santa Ana, una tertulia nucleada por el erudito y cervantista Luis Astrana Marín. Había aparecido en 1953, editado por Reus, el quinto tomo de su monumental Vida ejemplar y heróica de Miguel de Cervantes.
De esta tertulia surgiría la idea de fundar una sociedad que tuviera como fin fomentar el conocimiento y difusión de la obra de Cervantes. Por ella pasaron los escritores Gregorio Marañón, Wenceslao Fernández Flores, Alberto Insúa, Lope de Haro; personajes como Walter Mangold, Starkie, Patricio González de Canales, el párroco de San Marcos don Ramón García García, el arquitecto Luis Cervera Vera -presidente que fue más tarde de la Académie Belgo-Espagnole d’Histoire– y, entre otros muchos, Juan Antonio Cabezas. Era Cabezas amigo de unos por escritor, de otros por periodista, de algunos por asturiano y de todos por su talante liberal y nunca extremoso.