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Meléndez de Ayones en Segovia

Las montañas del Principado han sido, sin duda alguna, una de las principales cunas de la nobleza castellana y americana. Asiento y solar de ilustres linajes, de ellas han salido durante el último medio milenio muchos vástagos, movidos por el afán de la aventura o -en la mayoría de los casosforzados por la necesidad, causada por la imposibilidad de aquellas tierras para mantener a tantos de sus hijos. La mayor parte de aquellos foramontanos o indianos apenas nos ha dejado un recuerdo de su paso por el mundo; sin embargo, no son pocos los que, merced a su esfuerzo, lograron hacer girar la rueda de Fortuna y encumbrarse ellos y su prole durante generaciones, en los nuevos lugares en los que se asentaron.

Una de estas familias de hidalgos asturianos que, tras abandonar sus solares, alcanzó un lustre social muy notable es la que hoy me propongo estudiar brevemente, con especial atención a su genealogía: los Meléndez, apodados de Ayones por tener su casa solariega en aquel lugar, inmediato a la ciudad de Oviedo. Establecidos en Segovia durante la segunda mitad del siglo XVI, figuraron entre los principales hacedores de paños de aquella industriosa ciudad castellana, entonces el principal centro de fabricación de paños de todo el reino , y alcanzaron (1) una notable preeminencia entre la nobleza ciudadana, agrupada secularmente en la Real Junta de Nobles Linajes(2). Allí fundaron cuantiosos mayorazgo, tuvieron grandes casas, capillas y entierros, sirvieron regidurías perpetuas, y obtuvieron hábitos de las Órdenes Militares. Formaron, en fin, una familia muy distinguida, y son ascendencia común de los Marqueses de Monroy, Garcillán, Villa Alcázar, Villasante, Castellanos, Miranda de Ebro, Pezuela, Trives y Floresta; de los Condes de Mansilla, Val del Águila, Torre Velarde, Monterrón, Asmir, Florida y Morphy; de los Vizcondes de Hormaza, Ayala y Escoriaza, y de los Barones de Rada.

El archivo familiar era por cierto muy completo, y estaba compuesto de más de doscientos libros y legajos, entre ellos algunas ejecutorias miniadas de gran belleza. Toda esta riqueza documental se conservaba en 1936 en Madrid, en el hotel del Marqués de Miranda de Ebro, que por hallarse inmediato a la Ciudad Universitaria quedó durante la guerra civil en la misma línea del frente: en uno de tantos alardes del Gobierno frentepopulista en pro de la cultura y del respeto a lo ajeno, la casa fue incautada por el mando rojo, la plata sustraída personalmente por la conocida letrada Margarita Nelken, y los muebles, legajos y papeles sirvieron para calentar a los ateridos soldados republicanos durante el duro otoño de dicho año.

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Fecha: 22 noviembre, 2017