ANTECEDENTES
Es una antigua costumbre española la de condecorar las más veneradas imágenes de Nuestra Señora, o más bien la de hacer donación de cruces y medallas por parte de los particulares devotos. Cruces, medallas e insignias que lucen sobre las vestiduras y los mantos de la Virgen, o bien adornan sus camarines. En este contexto de devoción suma se comprende también la no menos añeja costumbre de hacer de Nuestra Señora la natural generala de las tropas españolas, sobre todo en situaciones de graves compromisos nacionales: fue lo que ocurrió en la sitiada Zaragoza de 1808 y 1809, cuando la Virgen del Pilar fue reconocida como capitán general de los Reales Ejércitos(1), y de ahí la conocida jota aragonesa:
La Virgen del Pilar dice
que no quiere ser francesa
que quiere ser capitana
de la tropa aragonesa