La presencia de extranjeros en los Reales Ejércitos es tan antigua como lo son estos(1), máxime en las fuerzas armadas de la que fue, durante los siglos XVI y XVII, la primera potencia europea -que entonces sería decir mundial-. El reclutamiento de soldados extranjeros fue entonces muy habitual, y es de notar que normalmente esos soldados formaban cuerpos homogéneos, es decir que se trataba de tercios y regimientos compuestos de miembros de una misma nación, como entonces se decía -y sin que este término tuviese apenas nada que ver con los supuestos nacionalistas, más propios del siglo XIX-. De ahí la denominación oficial de los mismos: Infantería Española, Infantería Italiana, Infantería Valona, Infantería Alemana, etcétera(2). Aparte, cualquier vasallo del Rey, cualquiera que fuese su origen territorial, bien podía alistarse en un tercio o regimiento que no correspondiese a su propia nación.